Los días comenzaron a pasar, y Ameline podía ver claramente el giro tan brusco en su vida con la nueva balanza para pesarse que le llevaron a la habitación. La primera vez que se pesó, tenía un triste peso de cuarenta y cinco kilos siendo ella una mujer de un metro cincuenta y nueve, y la doctora le dijo que debía ganar peso rápidamente. Ahora, dos semanas después de la primera vez que se pesó, ya estaba pesando cuarenta y ocho kilos, cosa que la doctora vio con agrado, pero igualmente le dijo que tampoco se excediera comiendo, porque el exceso podría traer otro tipo de problemas nada bonitos. Con las indicaciones de la doctora, Ameline se mantuvo muy atenta a sus comidas, su peso y sus vitaminas y demás medicamentos para estar sana, y mientras hacía ejercicios, pero solo una sola de las cosas que había pedido la doctora no se pudo cumplir aún: los paseos por el jardín para pasar algo de tiempo al aire libre. Según la doctora, Seth había dicho que le dio una habitación tan grande

El Sr. Caleb Rinaldi no perdió tiempo y se fue del jardín rápidamente para ir a ver a Ameline en su habitación, dejando a Prissy muda y algo pálida.—Li-Lini, no creo que eso haya sido muy buena idea… Mi hermano se enojará. —Pues si tanto le disgusta puede mandarme de regreso a esa celda, no me importa. —Ameline cruzó los brazos, aunque tomó nota del comportamiento de Prissy. Si se ponía tan nerviosa por la reacción de Seth, ¿eso significaba que el hijo era ahora el de mayor autoridad? No estaba segura de si Prissy sabía ese tipo de cosas. De repente, escuchó voces graves discutir en el pasillo, el sonido de la discusión acercándose cada vez más a su cuarto, hasta que la puerta fue abierta y entró no solo el Sr. Caleb Rinaldi, sino también Seth, muy molesto y ceñudo.—¿Qué crees que haces invitando gente que no debes, Ameline? —preguntó Seth con mucha seriedad. Ella se tensó un poco.—¿Por qué la regañas como si fuera tu prisionera? —dijo de pronto el Sr. Caleb—. ¿No que la estab

—¿Y quién es mi guardia para salir de paseo? —preguntó Ameline emocionada hacia Prissy cuando llegó a entregarle una sombrilla para que se protegiera del sol fuerte de verano.—Oh, Kenneth Davis, te agradará, es muy simpático y muy leal a mi papá, así que no tienes que temer que mi hermano venga en cualquier momento y te quiera volver a encerrar en este cuarto y le diga que mienta de que sí paseaste, Kenneth le informará todo con detalle a mi papá. —Prissy asintió solemnemente.—Vaya, parece que la lealtad en esta casa está bastante dividida… Ameline ya había podido notar que la Dra. Athena era más leal al Sr. Caleb, mientras que Marco y Tucker obviamente eran leales a Seth. Prissy parecía más del lado de su padre, pero tampoco quería traicionar a su hermano, razón por la que no dijo nada ante ese comentario de parte de Ameline. Y si a Ameline le preguntaran, ella diría sin dudar que ahora mismo le agradaba más el Sr. Caleb antes que Seth, si tuviera que elegir a quien darle su le

Ameline escuchó boquiabierta y sonrojada a Seth, con el corazón latiéndole rápidamente en el pecho, y odiándose por ello. Fue inevitable que a su mente le llegaran recuerdos de su noche de pasión, la forma en la que la besó y acarició, sus ojos tan profundos, su mirada al verla sucumbir al placer…No pudo evitar enrojecer más al pensar en eso, y ya no fue capaz de sostenerle la mirada, mordiéndose el labio mientras bajaba los ojos a su regazo. Lo peor fue que pudo sentir sus ojos fijos en sus labios, para luego bajar y recorrerla lentamente de arriba abajo.—Me alegra que estés usando ese vestido… —comentó con voz más casual, ronca, seductora… Ella apretó los labios, atreviéndose a mirar su rostro pero solo de reojo.—Prissy dijo que… que me quedaría bien. Maldición, quería decir algo más afilado y sarcástico que eso, pero las palabras no le salían, no podía pensar bien, no mientras él la miraba así…—Prissy y yo muchas veces pensamos igual… compré ese vestido pensando que te qued

—No creas que te digo todo esto para que pienses que soy una especie de héroe, la verdad es que hago muchas cosas moralmente cuestionables, lo admito —Seth continuó hablando, encogiendo los hombros—, pero es la verdad, Ameline. ¿Lo era? ¿Era realmente la verdad? ¿O solo un embellecimiento de la verdad? Parecía sincero, pero… este era el hombre que la aprisionó y maltrató, nunca lo creería una blanca paloma, y nunca iba a confiar en él si él no confiaba en ella. “El ladrón cree a todos de su misma condición”, se dijo a sí misma. “Él desconfía de mí y cree que soy una mentirosa súper dotada y una estafadora porque seguramente él lo es, y tal vez yo sí sea una ladrona, pero no una súper mente criminal como él”. Cruzó los brazos, alzando mucho la barbilla.—No voy a creer que es la verdad solo porque tú lo dices —aseguró, y él asintió lentamente. —Lo entiendo. Bueno… al menos se lo tomaba bien.—Y quiero que sepas te digo esto también para llegar a un acuerdo, a un entendimiento, po