Extra 15: Completamente suya.
La vergüenza me ardía en las mejillas, una lava caliente que seguía el ritmo acelerado de mi corazón. Frederick no me soltaba la mano, su agarre era de hierro, arrastrándome lejos de la escena grotesca que yo misma había creado. Miguel yacía inconsciente en el pavimento. Un último destello de preocupación se escapó de mí. —Frederick, espera, no podemos dejarlo ahí tirado… —supliqué, mirando hacia atrás. Se detuvo en seco y se giró hacia mí. Su mirada era un iceberg. —¿En serio?—Su voz cortó el aire como un cuchillo—. ¿Después de lo que pasó, te preocupa él? El tono era tan frío, tan cargado de unos celos oscuros y feroces, que me encogí. No era el momento. Tenía razón. —No, es solo que… —Es el menor de tus problemas ahora mismo —dijo él, reanudando la marcha, tirando de mí con una determinación que no admitía réplica. Caminaba tan rápido que mis piernas, aún temblorosas por el shock y la larga caminata de esta tarde, no podían seguir el ritmo. Tropecé. Antes de que pudiera caer
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