MATTHEW GRAYSONEstaba mareado, pero aún consciente, disociado, como si la realidad se hubiera distorsionado. Entonces la vi, era ella, el fantasma que me atormentaba y me seguía, Julia, con esos ojos que me congelaban, me sonreía con timidez y picardía. Se acercó y enrollo sus brazos en mi cuello, mientras mis manos se derretían en sus curvas. Su aliento aceleró mi corazón y ya no pude contenerme más, empujé su rostro hacia el mío, presionando su nuca con mi mano, su boca chocó con la mía de manera torpe, pero eso no importó, la devoré con hambre, con desesperación. El fantasma se había vuelto realidad, carne y hueso, piel caliente y perfume. Me estaba asfixiando en ella, mis manos recorrieron sus muslos queriendo escabullirse debajo de su vestido y tocar más allá. Quería hundir mis dedos en ella, probar sus mieles y arrancarle la ropa ahí mismo. Cuando mi mano acarició el calor de sus bragas, ella brincó y soltó una risita nerviosa. —No podemos hacer esto aquí —susurró contra mi
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