La sala de repente se convirtió en un silencioso espacio lleno de penumbras, temor, miedo, celos y llanto. Sí, mientras Javier está de pie a unos metros de ellos, Valentina llora al sentir la presión del arma que amenaza con arrebatarle la vida.—¿Que quieres a cambio de ella?— Preguntó Javier. Dispuesto a darlo todo por su familia.—No quiero nada material. Solo a ella y a mis hijos.—¡Deja de llamarlos así, ellos son mis hijos!Javier estaba alterado y no podía permitir que otro se adueñara de lo suyo.Una fuerte carcajada resonó e hizo eco dentro de aquella sala casi vacía.—No eres merecedor de ese título. ¿Acaso estuviste presente cuando los trillizos dieron sus primeros pasos? ¿Acaso ayudaste a Valentina a alimentarse cuando ella no podía? No, verdad. Y, ¿aun así vienes y te haces pasar como el héroe? Déjame decirte que te ves muy patético.¡Devuélveme a los niños! El vuelo saldrá dentro de una hora y no nos podemos retrasar—. Exigió Gallardo.—Si quieres a mis hijos, los tendrá

Finalmente, el notario dio lectura al testamento. Valentina ya había hablado con Cristian y le expresó que si había algo para ella; que no lo quería y que se tenía que anular el testamento.—Piensa en el futuro de los trillizos. Ellos crecerán y preguntarán si su padre fue alguien importante en esta vida, cuando lo sepan, dirán que fue un tacaño de primera, que ni siquiera les heredó una cuarta parte de su riqueza.Como esposa legitima, Valentina se convirtió en la presidenta de las empresas, Cristian continúo siendo su asistente y guiándola desde el inicio.—Valentina, si hay algo que quieras saber del pasado, puedes preguntármelo.Le alentó Cristian al verla pensativa.—¿Sabes qué pasó con mi hermano?—¿No se ha comunicado contigo?—No.—Tu hermano es inocente. La misma persona que incriminó a tu hermano resultó ser la culpable. No te imaginas cuanto lloró Javier ese día porque te había hecho sufrir siendo inocente, se arrepintió de haberte pedido en matrimonio con el afán de saldar

Los trillizos ya cumplieron seis años de edad, para su cumpleaños le pidieron al tío Cristian que los acompañara a celebrarlo en el restaurante al que su madre los llevaría.—Tío, a falta de nuestro padre, tú eres quien nos debe de cuidar a mamá y a nosotros—. Comentó la pequeña Estrella. —¿Acaso no te gusta mi mamá?Los dos adultos sonrieron. Ellos creen que la paternidad es una cosa de juegos en el cual solo es de pedirle a alguien que sea su padre y esposo de su madre.Los trillizos están muy contentos de saber que su padre no ha muerto como se los hicieron creer hace un añoAhora los tres pequeños ya asisten a la escuela primaria. Los dos varones son muy celosos y protegen a su única hermana. Eso es algo que Valentina ama de ellos, porque se cuidan entre sí y está segura de que en el futuro no cometerán el mismo error que su hermano cometió al entregársela en matrimonio a Javier.Una semana ha pasado desde que Valentina está al cuidado día y noche de Javier. Por temas de seguridad

Los esposos bajaron. Allí los estaba esperando el oficial que estaba a cargo del caso del señor Gallardo. Andaba en busca de Valentina, puesto que, el mismo arrestado había declarado que ella se adueñó de una fuerte cantidad de dinero en el último año que sirvió como su asistente. Como compensación a esos daños, él había querido tomar venganza adueñándose de los niños que crecieron bajo su cuidado.—Acaso le van a creer a un hombre que raptó a mis hijos, intentó secuestrarme a mí y me amenazó con quitarme la vida si no lo acompañaba, además, hirió de bala a mi esposo dejándolo al borde de la muerte. ¿Aun así, creen en sus mentiras?Valentina se burló del oficial y de la ley que protege al culpable y acusa al inocente.—Señor, tengo los registros desde el primer día que inicié a trabajar en la compañía del señor Gallardo, usted puede verificar si en algún número me equivoqué alguna vez.Por fortuna, Valentina guardaba cada detalle en una especie de memoria USB. Eso la salvó de ser acus

Desde ese momento, una nueva vida les esperaba. Una vida en la cual estarían unidos como una verdadera familia, teniendo como pilar fundamental el bienestar para sus trillizos.Regresaron a casa de su viaje placentero.—¿Cómo les fue?— preguntó Cristian. —Aunque, no sé ni para qué les pregunto, si esa sonrisa de ambos me demuestra que se lo pasaron delicioso—. Continuó molestándolos.En los próximos días todos siguieron felices, pero dentro de la ciudad los rumores de que el empresario Javier Montalván celebraría su boda ya se habían esparcido y, había una persona que no estaba satisfecha con la noticia.Cierto día la familia estaba reunida disfrutando de la cena. De pronto, el pequeño Esteban dijo algo que dejó media loca a su madre.—Mamá. Hay una niña en la escuela, es muy bonita y… me gusta.—¡Cómo!Valentina pegó el grito al cielo. No podía creer que sus pequeños ya estaban pensando en esas cosas y lo regañó.En cambio, su padre sonrió y lo alentó a que fuera un buen chico con la