Anya miró con el ceño fruncido la carta de la escuela, al igual que el folleto que su hijo le había pasado una vez que ambos estuvieron en casa. Ya este se encontraba en exámenes finales, por lo que deseaba ir a un campamento por primera vez en mucho tiempo, desde que había comenzado a estudiar en esa escuela. Ni siquiera sabía que tenía tantos amigos. Incluso ese día lo había visto hablando con unos chicos. Una niña se acercó a ella con un presente.—Esto me parece un poco extraño. Tú nunca me habías pedido que te llevara o te diera permiso para ir a un lugar. —Lo miró por un momento—. Son dos largos meses, tiempo que no estaré viéndote.—Lo siento, fue una mala idea pedirte esto.—Déjame pensarlo antes. No quiero que nada malo te pase por culpa de tus feromonas. —El menor le mostró una mirada t

Zair chasqueó la lengua enojado. Anya había llegado a la empresa con un niño. Lo peor de todo era que sí quería que ella se quedara a trabajar para él por más tiempo. Debía aceptarla con todo y mocoso. Ya se sentía desplazado, puesto que ella era alguien que llamaba mucho la atención de las personas, y de él mucho más. Vio que el pequeño bastardo iba a decirle algo a su madre y, como si fuera una doña chismosa, prestó atención, hasta que su querida amiga entró y tuvo que reemplazar la imagen por otra cosa.—Anya trajo a su hijo al trabajo —reveló Jessica con una enorme sonrisa en su rostro—. Me temo que tendrás un enorme rival.—No me jodas —gruñó, y miró cómo ese niño entraba con su madre—. ¿Por qué le dijiste que podía traerlo?—Por el simple hecho de que me gusta ver el mundo arder. —Se burlaba de él—. No me interesa nada más. Verte enojado porque ella trajo a su hijo y te dejó a un lado es lo mejor que pudo haber ocurrido en esta empresa.—¿Le dijiste que sí solo para llevarme la

Anya entró todo lo necesario en una maleta para su hijo. Como el tratamiento que le habían puesto antes era duradero, dejó que su pequeño disfrutara de esas vacaciones. Él se había hecho a la idea de que estaría bien durante esos meses fuera, ya que ella había hecho todo lo posible por pagar hasta un viaje por el hecho de que su hijo nunca le pedía nada a cambio.Salieron de la casa. Lo dejó en la escuela y luego fue a su trabajo, no sin antes agarrar sus cosas del auto y rezar para que Zair no se presentara por ningún lado en el que ella se encontrara. Habían pasado unos días en los que pudo estar en completa calma, sin que él la molestara o le recordara el beso que se dieron en la oficina de este y que casi llegaba a algo más.Saludó a algunas personas que estaban en la recepción, como siempre. Si mal no recordaba, Jessica le había dicho que todos esos lobos y humanos estaban ahí por ella. Marcó el número del último piso y se pasó una mano por el rostro al ver que tendría que quedar

Zair dejó que Anya jugara con su cabello mientras abría un poco más sus piernas y las colocaba sobre sus hombros. Se encontraban en la oficina de la chica todavía. Después de que ella decidió ir con él a esa fiesta no perdió la oportunidad de darle ese orgasmo que tanto quería. Se quitó la camisa y se quedó únicamente con el pantalón puesto. Al robarse las bragas de la humana, esta estaba expuesta a él en todo sentido. Su piel se sentía tan suave bajo su tacto, demasiado bien para él.Metió uno de sus dedos y tuvo que mantener separadas un poco más sus piernas, ya que Anya las apretó a tal grado que parecía querer tener ese orgasmo antes de tiempo. Dejó un beso en la parte interna de su muslo y movió el dedo. Sus feromonas estaban esparcidas por todo el lugar y la marca que Anya tenía en su cuello era de mucha ayuda. La sintió tensarse. Como no quería dejarla retener ese orgasmo, dejó que todo fluyera. Como quería tener más de ella, besó sus labios de nuevo y desabrochó los botones de

Rafael seguía siendo el mismo sujeto de hacía años. El único que pudo sacar más que un lado juguetón por parte de Zair. De tez morena, un alfa que podía hacer que más de una mujer suspirara solo para llamar su atención. Se conocieron gracias a Zair. El que él estuviera en el mismo lugar que Jessica y ella era un enorme problema.—¿Escucharon la conversación? —Ni siquiera se había tragado la pastilla—. Me imagino que deben tener preguntas.—Anya…—Hola, Rafael. —Sonrió a medias—. No era el momento adecuado para vernos. Siento que hayas tenido que escuchar eso.—¿Qué te hicieron esas personas? —El alfa hizo que se sentara en uno de los bancos para que estuviera cómoda—. Por eso es que le pregunté a Zair sobre ti y no supo de qué le hablaba.—¿Cómo? ¿Desde cuándo sabes sobre ellos? —preguntó Jessica confundida—. ¿Entraste a la empresa para buscar venganza?—No, lo hice porque necesito dinero. —Jugó con sus dedos—. Mi hijo nació con una enfermedad. Sus feromonas hacen que su cuerpo cambie