Capítulo 11: El Primer Encuentro* Eliana y el conde Draconis se encontraron en un jardín secreto del castillo, rodeados de flores y árboles que parecían bailar en la brisa. La luna llena brillaba en el cielo, iluminando el rostro de Eliana con un resplandor suave. El conde Draconis se acercó a ella con una sonrisa enigmática, su mirada intensa y penetrante. "¿Qué te trae aquí, Eliana?" preguntó, su voz baja y seductora. Eliana se sintió nerviosa, pero intentó mantener la calma. "Solo quería disfrutar del jardín", respondió, su voz apenas audible. El conde Draconis se rió, su risa profunda y sensual. "Creo que hay algo más que te trae aquí", dijo, acercándose más a ella. Eliana se sintió atraída por el conde, a pesar de su naturaleza misteriosa y peligrosa. "¿Qué quieres decir?" preguntó, su voz temblando ligeramente. "Quiero decir que hay algo entre nosotros", respondió el conde, su mirada intensa y ardiente. "Algo que no podemos ignorar". Eliana se sintió atraída por el conde,

Capítulo 13: Una Noche de Magia y AmorEliana y el conde Draconis se encontraron de nuevo, esta vez bajo el velo del más estricto secreto. El lugar elegido era un rincón olvidado del castillo, una torre antigua que había sido sellada durante décadas. Eliana lo encontró esperando en la entrada oculta, su silueta alta y elegante recortada contra la penumbra. Él abrió el pesado portón de madera, revelando un espacio íntimo iluminado por cientos de candelabros y linternas que proyectaban un cálido y dorado resplandor. Las paredes de piedra desnuda estaban adornadas con tapices antiguos que parecían absorber el sonido, creando una atmósfera de profunda quietud y privacidad. El aire olía a rosas frescas y sándalo, una mezcla embriagadora que envolvía a Eliana en cuanto entró.Eliana sintió que su corazón se aceleraba. La noche anterior había sido de intriga y tentación, pero esta era diferente. Esta era una noche de revelación y entrega. El conde Draconis se acercó a ella, sus ojos oscuros

Capítulo 15: El DesafíoEl silencio denso y aterrador del castillo se rompió con un jadeo ahogado. Eliana y el conde Draconis, absortos en la intimidad de su conexión, se separaron bruscamente, sus ojos fijos en la figura petrificada en el umbral de la biblioteca. Era Barnaby, el mayordomo principal, un hombre cuya lealtad al linaje Draconis era tan antigua como las mismas piedras del castillo. Sus ojos, normalmente llenos de una serena solemnidad, ahora estaban desorbitados por la sorpresa y el escándalo, alternando entre la figura etérea de Eliana y el conde, cuya pose, aunque ahora distante, aún irradiaba el calor de un encuentro reciente.La sangre pareció helársele a Eliana. Sentía el rubor subir por sus mejillas, quemándole la piel bajo la mirada acusadora de Barnaby. ¿Cómo explicar esto? ¿Cómo justificar una relación que desafiaba todas las normas y expectativas? Había una verdad innegable en los ojos del mayordomo: Eliana era una joven de pueblo, el conde un noble de abolengo,

Capítulo 17: Mi FamiliaEliana se aferraba a su familia como a un ancla en medio de la tormenta que se había vuelto su vida. Desde la noche en que el vampiro Lucien la había mordido en el bosque, condenándola a la inmortalidad, su destino se había entrelazado irreversiblemente con el del enigmático Conde Draconis y el del castillo. A pesar de haber sido convertida por otro, una parte de ella se había descubierto profundamente enamorada del Conde Draconis, un amor prohibido que florecía en las sombras del nuevo y oscuro mundo. Su madre, sus hermanos, la aldea… eran el cordón umbilical que la mantenía conectada a la Eliana que había sido, a la luz que temía perder en la sombra de su nueva existencia.Todos estos años, la visita a su hogar había sido un ritual sagrado. Cada pocas semanas, Eliana inventaba una excusa para ausentarse del castillo, una elaborada red de mentiras tejida con la desesperación de proteger a los suyos de la verdad. Les había contado que había encontrado un puesto

Capítulo 19: La Semilla de un Amor ProhibidoEl murmullo de la corte no era un secreto. Flotaba como el polvo en los grandes salones del palacio, asentándose en cada rincón donde Eliana y el Conde Draconis compartían una mirada, una sonrisa fugaz o un momento de silenciosa cercanía. La victoria vampírica había traído un nuevo orden, pero también un escrutinio implacable. Eliana, la campesina convertida, ahora una vampira con una sangre peculiar que le otorgaba un poder inusual, ya no era una figura en las sombras. Su belleza, realzada por su nueva naturaleza, y su vínculo evidente con el poderoso Conde Draconis, la habían catapultado al centro de todas las miradas y los chismorreos.Draconis, con su habitual aire frío y distante, sorprendía a muchos al mostrar una devoción casi imperceptible hacia Eliana. No eran gestos grandilocuentes, sino una atención constante, una mano que se posaba fugazmente en su espalda al pasar, una preocupación genuina en sus ojos cuando la observaba desde