El jueves comenzó con la calma de una rutina que, pese a todos los cambios, Alicia empezaba a apreciar. Se despertó temprano, envuelta entre las sábanas tibias de la residencia Moretti, y lo primero que hizo fue llevar sus manos a su vientre. Era aún tan pequeño que apenas se notaba bajo la tela del pijama de seda, pero para ella ya era todo su mundo.—Buenos días —susurró con una sonrisa mientras acariciaba con ternura—. Hoy mamá tiene un día largo, pero estaré pensando en ustedes todo el tiempo.Dante aún dormía, su respiración serena se mezclaba con el silencio de la habitación. Alicia lo observó por un momento, con el corazón latiendo con calidez. Era una imagen que nunca dejaba de conmoverla: aquel hombre, poderoso y fiero ante el mundo, dormía a su lado como si el peso de sus secretos se desvaneciera cada vez que ella estaba cerca.Después del desayuno, se dirigió a Morgan Enterprises como cada mañana. El día avanzaba entre reuniones, informes y llamadas, hasta que su asistente,
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