Julienne PercyHabía pasado un mes desde la noche en que Davian me dijo que me amaba. Lo recuerdo con una nitidez absurda, como si las palabras se hubieran tatuado en mis huesos, pero desde entonces, no lo volvió a decir. No es que necesitara oírlas todos los días, lo entendía. Davian no era un hombre de palabras dulces ni promesas al viento. Él demostraba con acciones… y las acciones estaban allí. Pero una parte de mí, una pequeña loba vulnerable que aún cargaba heridas abiertas, deseaba volver a escucharlo. Solo una vez más.La relación entre nosotros había cambiado. Fluía. Ya no era tormenta, al menos no constante. Teníamos nuestras diferencias, claro, discusiones que nacían de nimiedades, del carácter fuerte de ambos, de nuestros mundos colisionando. Pero él… siempre terminaba cediendo. Davian Taleyah, el Alfa Supremo, dejaba su orgullo de lado por mí. Por nosotros. Y eso… eso decía mucho más de lo que sus labios podían pronunciar.Esta mañana lo observé mientras desayunábamos, se
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