Carla carraspeó, llamando nuestra atención y sacándome del shock en el que había entrado al verla trabajando allí. Quise creer que su presencia era una simple coincidencia, y no una maniobra planeada por Isidora.—¡Hola, Carla! ¿Cómo estás? —la saludé con una sonrisa amable, tratando de sonar natural.—Bien, ¿y tú? —respondió con una sonrisa tímida, claramente incómoda con la situación.—Muy bien, me alegra verte de nuevo —dije con simpatía. De reojo noté cómo Isidora hacía una mueca de disgusto ante nuestro intercambio, pero la ignoré. Tenía que entender que Carla ahora era la novia de Jack y, le gustara o no, empezaríamos a verla más seguido.—Qué bueno, también me alegra verte, Fran —dijo Carla con cortesía, antes de mirar a Isidora con una sonrisa tensa—. ¿Qué van a pedir, chicas? —preguntó mientras sacaba una libreta y un bolígrafo de su delantal.—Quiero un helado de chocolate, con chispas de colores encima… y que el helado no esté derretido —dijo Isidora con desdén, cruzándose
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