Me aferré a Cassian en aquel abrazo, el teléfono aún en mi mano, las lágrimas rodando silenciosas.—Mi madre… —empecé, sin poder articular más—. No lo tomó bien.Cassian apretó mis hombros con suavidad, sus dedos rozando mi piel como si quisiera transmitir calma.—¿Qué dijo?—Que estoy loca, que destruí mi vida, que no merezco casarme contigo… —mi voz se quebró—. Que no me va a felicitar ni apoyar.Él me levantó el rostro con cuidado para que lo mirara.—Olivia, ella tiene miedo. No sabe cómo manejarlo, pero eso no significa que no pueda cambiar.—¿Y si no cambia? —pregunté, temerosa—. ¿Y si siempre va a ser así?Cassian me besó la frente con ternura.—Entonces tendremos que construir nuestra familia con quienes sí nos quieren, contigo y conmigo.—¿Crees que eso es suficiente?—Para mí, lo es. Porque tú eres suficiente.Sentí que, por primera vez en días, podía respirar sin que el peso me aplastara. Porque, aunque el mundo se cayera afuera, con él, estaba en casa.—¿Sabes qué? —dijo C
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