AnalisseEstaba escéptica, sin saber qué decir. La señora no dejaba de mirarme, con una expresión que mezclaba curiosidad, desconfianza y quizás algo de juicio. Tal vez no creía la mentira de su hijo. Y quién le creería a un estúpido que, de la nada, había decidido decir algo así justo hoy.Me sostuvo la mirada con intensidad, mientras yo trataba de disimular, aparentar seguridad. Entonces, con un gesto irónico y voz firme, me dijo:—¿Desde cuándo tú y mi hijo tienen una relación de la que yo, como madre, recién me estoy enterando? A ver, cuéntame, chica… ¿Cuántos años tienes? ¿Cuántos meses de embarazo tienes? Porque por lo que veo, debes tener unos cuatro o cinco, ¿no? Aunque claro, con ese cuerpo tan hermoso —se corrigió con sarcasmo— para no decir otra cosa.Tragué saliva, manteniéndome serena. No quería meterme en más problemas ni con ella ni con él. Así que respondí lo más neutral posible, cuidando mis palabras.—Discúlpeme, señora. Si su hijo no le dijo nada, supongo que fue pa
Leer más