172. Lo que crece en la espera.
Narra Lorena.Ya no sé bien cuántos meses pasaron desde la última vez que vi su cara, desde que escuché su voz —esa voz que todavía me persigue, aunque no la quiera— y ahora estoy acá, en este departamento chico, pero cálido, lleno de plantas que no sé cuidar y de silencios compartidos que, con el tiempo, aprendimos a disfrutar, con una panza que me pesa más por lo que significa que por el tamaño en sí.Estoy a nada de parir.Faltan semanas, tal vez días.El médico me habla de dilatación, de contracciones, de nombres que no anoté porque, en el fondo, no me importa entender los tecnicismos: yo lo que quiero es que el bebé llegue sano, que respire apenas salga, que llore fuerte y me recuerde que estoy viva, que seguimos vivos, pese a todo.No quise saber si es nena o nene.Quiero que sea sorpresa.Porque en este mundo donde todos quieren controlar todo, yo necesito que al menos una cosa me sorprenda.Que ese primer grito me diga quién sos, como si en ese llanto estuviera escrita la resp
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