Amelia no pudo evitar mirar con una enorme sonrisa a su pequeña hija, Lily. Era tan tierna, tan hermosa y delicada, que no había duda de que era muy afortunada por tener a tres hijos maravillosos.—Mamá, me resulta maravilloso que un hombre tan guapo sea mi padre —exclamó Lily, con ojos brillantes de ilusión—. A partir de ahora, me llevaré muy bien con él, y quiero que también nos permita llamarle papá.Liam, intervino con una sonrisita en su rostro, la ilusión brillando en sus hermosos ojos.—Mamá, papá debería llevarnos al colegio para que nuestros compañeros y amigos sepan que tenemos un papá. ¡Eso es maravilloso!El otro trillizo, Máximo, apareció en ese momento y asintió con entusiasmo.—¡Sí! ¡Le pediré a Maximilian que juegue a la pelota con nosotros! —dijo, haciendo que el corazón de Amelia se apretara de emoción y ternura.Amelia, sintiendo la felicidad que emanaba de sus hijos, les respondió con ternura y seriedad.—Niños, no les puedo prometer nada sin embargo, ustedes mismo
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