Sofía abrió los ojos con lentitud, sintiendo un mareo persistente que le hacía sentir como si el mundo entero se moviera a su alrededor. Se estiró entre las sábanas, intentando ahuyentar la sensación, pero fue en vano. Se levantó de la cama, poniendo un pie en el frío suelo de madera de su habitación, y sintió cómo su estómago se retorcía con náuseas.—De nuevo esto…—murmuró para sí misma, apoyándose en el borde de la cama mientras intentaba recuperar el aliento.Sofía, últimamente se sentía agotada y sin energía, y atribuía esos síntomas a las exigencias de su empleo y a la falta de sueño. Sin embargo, en las últimas semanas, esos síntomas habían empeorado, y ahora se despertaba cada mañana sintiéndose mal.Tras unos minutos de descanso, Sofía se dirigió al baño para lavarse la cara y prepararse para ir al trabajo. Mientras se miraba en el espejo, recordó la noche apasionada que había pasado con su jefe, Alessandro, hacía unas semanas. Ambos habían bebido más de la cuenta durante una
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