La llama del rencor.
Después de que Laura se marchara, Martín sintió como si un peso se hubiera levantado de sus hombros. Sin embargo, en su interior, una rabia contenida burbujeaba, amenazando con desbordarse. Se dirigió a su oficina, cerrando la puerta tras de sí con un golpe suave, y se sirvió un trago de whisky. El sabor fuerte y ahumado lo reconfortó, y poco a poco, una sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro. La cercanía de Laura lo hacía sentirse feliz, pero la sombra de su pasado rápidamente frustraba cualquier atisbo de alegría que pudiera sentir. Justo en ese momento, Belinda entró sin tocar la puerta, con una mirada inquisitiva en su rostro. Había notado el cambio en él, y su curiosidad era palpable.—Veo que ya olvidaste todo lo que esa mujer te hizo —dijo, cruzando los brazos.— ¿ Ya olvidaste cómo te hizo sufrir? Ahora pareces un tonto, detrás de sus faldas—Martín se giró hacia ella, su expresión cambiando de una sonrisa a una mirada decidida. Pero en el fondo, una parte de él aún se debat
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