La interrupción.
Al día siguiente, Laura se esmeró por terminar a tiempo todas las tareas en la empresa y que Martin no le pusiera objeción para retirarse temprano.
Estaba emocionada, tenía una cena con sus amigos y necesitaba llegar puntualmente. Su madre se sentía bien y había insistido en que podía quedarse con su padre.
—Por favor, cariño, ve. Te lo mereces —le había dicho esa mañana cuando ella le mencionó sus inseguridades sobre si debía asistir.
Casi lista, miró su reloj y decidió irse sin decirle nada a Martín. Ya había cumplido con sus asignaciones, y sabía que él podría ponerla a lavar los pisos de la empresa solo para humillarla y frustrar sus planes de esa noche.
Laura llegó a su casa y enseguida se preparó para irse.
—¿Estás listo , cariño?— Le preguntó a Lucas quien salió de su habitación de la mano de su abuela.
—Si, mami— dijo el niño entusiasmado. Frederick le comentó que podía llevarlo.
Finalmente subieron al auto de su padre y se dirigieron al restaurante. Laura planeaba pas