Un día de relax.
Había pasado un mes completo, y la salud de la madre de Laura había mejorado notablemente. Este avance la llenaba de felicidad, aunque sabía que aún requería mucho tratamiento. Frederick y Leticia habían estado ayudando a costear los gastos médicos, o al menos eso creía Laura, ya que cada vez que iba a pagar los tratamientos o llevaba a su madre a una cita médica, se sorprendía al enterarse de que todo ya estaba pagado.
Esa noticia era un gran alivio para ella. Ese día, después de un mes de trabajo arduo, su insoportable jefe había decidido que merecía un día libre. Con su madre sintiéndose mucho mejor, Laura decidió llevar a su pequeño Lucas al parque de diversiones. Hacía mucho que no hacían algo así de divertido juntos.
—¡Mira, Lucas! ¡Ya estamos en el parque de diversiones! —exclamó Laura mientras aparcaba el coche. La emoción en el rostro de Lucas era palpable.
—¡Sí! ¡Quiero ir a la montaña rusa! —gritó Lucas, saltando en su asiento con energía desbordante.
—Primero, vamos a com