Laura llegó de prisa a la oficina de vigilancia, su corazón palpitaba con fuerza mientras sus manos temblaban incontrolablemente. La angustia la consumía; no podía soportar que se cuestionara su ética profesional. “¿Quién podría haber hecho algo tan ruin?” se preguntaba, sintiendo la rabia burbujeando en su interior.—¿Está seguro, Esteban? Por favor, revísalas una vez más —pidió con ansiedad, su voz estaba temblando. — No , señorita, no hay nada que mostrar— informó el encargado de las cámaras de seguridad. Laura respiró hondo, llena de frustración. Sabía que esto era una afrenta, un ataque deliberado para dañarla. Para colmo, su teléfono no dejaba de sonar. Los directivos de la marca insistían en hablar con ella. No sabía que hacer, no quería contestar, pero cuando vio a Martín acercarse, su corazón se detuvo. La expresión de este era sombría, y ella se preparó para recibir una lluvia de reproches.—Aquí estás —dijo él, su tono grave. Laura no tenía fuerzas para discutir, pero

Los días siguientes, Martín no podía dejar de pensar en Lucas. Había sido muy agradable compartir ese momento con él, y se sorprendió al sentir una conexión tan especial con el pequeño. Decidido a acercarse y ganarse su confianza, comenzó a buscar maneras de lograrlo. Saber que frederick no era su padre le hacía sentirse en libertad de acercarse más a él. Mientras tanto, Laura se encontraba en una sala de capacitación bien iluminada, rodeada de espejos y luces brillantes. Revisaba el material de presentación sobre técnicas de pasarela y expresión facial, con varias carpetas de notas y ejercicios dispuestos en la mesa. Sin embargo, su mente divagaba hacia Martín, recordando cómo él estuvo a su lado en un momento crucial cuando el desfile salió mal y cuando la llamaron del colegio de Lucas. Por su parte, Lucas no dejaba de hablar de "su amigo Martín" y cómo le caía bien. Esta confusión la atormentaba; no entendía por qué a veces Martín era tan duro e intransigente con ella, y en otras

Bárbara respiró hondo, apretando su puño con fuerza mientras una oleada de frustración la invadía. Se marchó, dejando a Belinda con una sonrisa divertida. La satisfacción de ver a Bárbara desbordada era un bálsamo para su ego. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que su rival actuara, y Belinda estaba dispuesta a esperar pacientemente para hacer su jugada magistral.Mientras conducía, Bárbara contuvo las lágrimas con todas sus fuerzas. Desde hacía tiempo, había buscado formas de acercarse a Martín, intentando recuperar la relación especial que creía que aún existía entre ellos. Si tenía suerte, lo enredaría hasta lograr que le propusiera matrimonio. Pero en esos días, su única concentración estaba en Laura y en cómo socavar la relación que parecía estar forjando con Martín.Días después.La sala de reuniones estaba impregnada de una tensión palpable. Laura, Belinda y Martín discutían el plan de desarrollo de la agencia de modelos. Martín asintió con frecuencia a las ideas de Laur

Un poco más tarde, el médico entró a la habitación con una expresión tranquila, lo que trajo un suspiro de alivio a Laura.—Lucas está bien —confirmó—. No tiene nada grave. Solo necesitará unos días más aquí para asegurarnos de que el sedante se elimine por completo de su sistema—Laura sintió una mezcla de alegría y tristeza. Aliviada de que su hijo estuviera a salvo, pero consciente de que aún había un camino por recorrer y temía que está amarga experiencia dejara secuelas en Lucas. Sin poder contenerse, se acercó a él y lo abrazó con fuerza, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo contra el suyo.—Te quiero tanto, cariño —susurró en su oído, mientras las lágrimas caían silenciosamente. Frederick y Leticia, que habían estado observando desde la puerta, se acercaron para unirse al momento. Elogiaron la astucia y valentía de Lucas, mostrándole los regalos que habían traído: un libro de aventuras y un pequeño robot de juguete que tanto deseaba.—Mira, Lucas, esto es para ti —dijo Letic

La voz de Laura temblaba, visiblemente agitada al preguntar quién le había hecho eso a su hijo. Martín miró a Frederick, quien lucía incómodo mientras él mismo, estaba dolido por cómo Laura lo trataba. A veces pensaba que Frederick solo era una fachada, ya que lo veía entusiasmado con Leticia, y a Laura parecía no molestarle, además, Lucas nunca lo llamaba "papá". Pero, en momentos como este, parecían una familia y eso lo perturbaba, sentía mucha rabia, por eso, quiso darle a Laura un jarabe de su propia medicina.—Fue Bárbara, mi prometida —respondió con calma, aunque sentía amargura dentro de sí. —Ya la advertí, así que no debes preocuparte más—La furia de Laura creció al escuchar la indiferencia en su tono.—¿Advertencia verbal? ¡Lucas casi pierde la vida! —exclamó, sintiendo que la ira la consumía—. ¿Y tú solo le das una advertencia? Esto es completamente inaudito, Martín. Porque es tu prometida le restas importancia. Claro, es lógico. Qué tonta fui al pensar que Lucas te imp