Capítulo 30. «Collezione di ceneri»
—¡Catalina, levántate! —exclamó Francesco agitando suavemente el hombro de la muchacha—. Cata...El viaje desde Bielorrusia se había prolongado considerablemente, con dos horas más de vuelo de las previstas para llegar a Rusia. Francesco comprendía que la jornada debió resultar agotadora para Catalina, que no tenía experiencia en viajes en avión.—Despierta, mi niña —murmuró con dulzura, inclinándose sobre ella.Lentamente, Catalina entreabrió los ojos, aunque una sensación de profundo cansancio la invadió, como si un tren de carga la hubiera arrollado. Desde su partida de la isla Tiberina, no había descansado en una cama confortable, por lo que no le suponía ningún problema conciliar el sueño en el avión.—Permíteme seguir durmiendo un poco más —rogó Catalina con voz entrecortada, mientras intentaba acomodar su cuerpo adolorido en el mullido asiento.Francesco esbozó una dulce sonrisa al contemplar el rostro aniñado de la joven. Su tez lucía pura y fresca, sin ningún cosmético, lo qu
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