Capítulo 44. Mi ancla.
Una sensación embriagadora inundó a Catalina, transportándola a un universo de ensueño donde la realidad se difuminaba con la magia de los relatos fantásticos.Aquel instante, la declaración apasionada bajo la suave luz, se sentía como un pasaje arrancado de las páginas de un cuento de hadas.Y sí, en lo profundo de su corazón, esa certeza ya había comenzado a florecer, pero ahora, las palabras y el beso de Francesco la confirmaban con una fuerza innegable.Una confianza ciega se instaló en su interior, una convicción de que, de ahora en adelante, sería capaz de desafiar la gravedad misma, de caminar sobre las etéreas nubes sin el menor temor a precipitarse al vacío.Estaba absolutamente segura, con cada fibra de su ser, de que Francesco sería su ancla, su sostén inquebrantable, el hombre que jamás permitiría que cayera.En sus brazos, sentía la promesa de un amor que trascendía lo terrenal, un vínculo que la elevaba a alturas insospechadas y la protegía de cualquier desventura.Tras
Leer más