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Todos los capítulos de Liberada por el Mafioso: Capítulo 41 - Capítulo 48
48 chapters
Capítulo 40. «El corazón del fénix».
Catalina se quedó con el corazón en un puño, el aire se espesó a su alrededor y contuvo la respiración con fuerza cuando la pantalla gigante del escenario se iluminó con el nombre que Francesco había elegido para su esperada presentación:«Colección de cenizas».Al leerlo, un escalofrío le recorrió la espina dorsal, una mezcla de asombro e inquietud punzante. Pero la sorpresa se intensificó aún más cuando debajo del título principal apareció, con una tipografía elegante y destacada, el nombre de la pieza central, el alma de toda la colección:«El corazón del fénix».La magnitud de estas palabras resonó en su interior, evocando imágenes poderosas de destrucción y renacimiento, de fragilidad y fortaleza, dejando en ella una sensación de profunda expectación y una ligera punzada de temor ante lo que estaba a punto de presenciar.Un torrente cálido de lágrimas brotó de sus ojos y rodó libremente por sus mejillas mientras observaba con el corazón henchido cada una de las exquisitas piezas
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Capítulo 41. Sorpresa e Intriga.
Mientras tanto, Francesco y Vito se dedicaron a atender a un grupo significativo de personas interesadas en establecer relaciones comerciales con la prestigiosa Casa de Joyas Vannucci, gestionando las primeras aproximaciones y sentando las bases para futuras negociaciones.Entre la multitud de interesados, se distinguían dos grupos principales: aquellos que buscaban la creación de piezas únicas y personalizadas que reflejaran su individualidad y estatus, y los comerciantes que vislumbraban la oportunidad de incorporar las codiciadas creaciones de la Casa Vannucci a sus propios inventarios, expandiendo así su oferta y atrayendo a una clientela exigente.En contraste con la frenética actividad de Francesco y Vito, Tobías se encontró con un panorama menos alentador. A pesar de sus esfuerzos, solo logró concretar un acuerdo comercial y, aunque el cliente no pertenecía a las grandes ligas de la joyería, Tobías lo consideró un modesto pero necesario avance en ese momento.—¡Por todos los ci
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Capítulo 42. Firmeza inquebrantable.
—Vaya, la reciente adquisición sentimental de Francesco resulta verdaderamente deslumbrante —comentó Roger, primo de Aurora, con un tono que denotaba cierta admiración mezclada con sorna.—¿Tienes alguna información sobre su identidad? ¿Sabes quién es esa mujer? —inquirió Aurora, apretándose las manos en puños, revelando una creciente irritación ante la escena que presenciaba.—No tengo ni idea de su nombre o procedencia, pero debo admitir que es innegablemente bella y un verdadero portento. Además, irradia una juventud palpable —añadió Roger, observándolos con curiosidad.—Quizás se trate de una amistad reciente o tal vez una prima lejana de la que no tengo conocimiento alguno —intentó teorizar Aurora, aferrándose a una tenue esperanza.—Admítelo de una vez, Aurora, lo has perdido irremediablemente. Te lo advertí en innumerables ocasiones, te previne sobre la fragilidad de tensar demasiado la cuerda. Un hombre de la talla de Francesco, con su orgullo inquebrantable, no suele perdonar
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Capítulo 43. Confesando un amor.
Una oleada de calor inesperada recorrió la nuca de Catalina, despertando cada pelo con un escalofrío sutil. La tibieza de un aliento cercano se posó sobre su piel como una caricia invisible que le advertía de la presencia de alguien detrás de ella.Una punzada de incertidumbre danzó en su pecho, mientras su mente intentaba descifrar el origen de aquella sensación tan íntima e inesperada.La voz de Catalina apenas fue un susurro, un reconocimiento teñido de sorpresa y algo más intenso.—Francesco... —articuló suavemente, sintiendo el peso de su mirada en su espalda.Él se giró lentamente, sus ojos azules escrutando su rostro con una intensidad que la hizo vacilar. Un atisbo de vulnerabilidad brilló en su semblante antes de que comenzara a hablar con su tono grave y pausado.—Tal vez este instante llega demasiado rápido a nuestro encuentro, quizá la juventud aún florece en tus años, pero un temor me embarga con una fuerza inusitada: siento que mi alma, mi afecto más sincero, se ha extra
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Capítulo 44. Mi ancla.
Una sensación embriagadora inundó a Catalina, transportándola a un universo de ensueño donde la realidad se difuminaba con la magia de los relatos fantásticos.Aquel instante, la declaración apasionada bajo la suave luz, se sentía como un pasaje arrancado de las páginas de un cuento de hadas.Y sí, en lo profundo de su corazón, esa certeza ya había comenzado a florecer, pero ahora, las palabras y el beso de Francesco la confirmaban con una fuerza innegable.Una confianza ciega se instaló en su interior, una convicción de que, de ahora en adelante, sería capaz de desafiar la gravedad misma, de caminar sobre las etéreas nubes sin el menor temor a precipitarse al vacío.Estaba absolutamente segura, con cada fibra de su ser, de que Francesco sería su ancla, su sostén inquebrantable, el hombre que jamás permitiría que cayera.En sus brazos, sentía la promesa de un amor que trascendía lo terrenal, un vínculo que la elevaba a alturas insospechadas y la protegía de cualquier desventura.Tras
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Capítulo 45. Derroche.
El murmullo constante del Tíber se había convertido en la banda sonora de sus días, un arrullo suave que la mantenía suspendida en una placidez inusual.La isla Tiberina, con su aire de secreto y su ritmo pausado, la envolvía en una burbuja de irrealidad de la que se resistía a escapar.Cada rincón empedrado, cada rayo de sol filtrándose entre los árboles centenarios, parecía conjurar un hechizo que la anclaba a ese presente suspendido.La idea de cruzar de nuevo los puentes, de reintegrarse al bullicio y las exigencias de la ciudad, se sentía como una intrusión, una nota discordante en la melodía serena que ahora la acunaba.Sin embargo, la realidad, encarnada en la figura de Francesco y sus responsabilidades como líder de una empresa importante, se cernía como una sombra amable pero firme.Él, consciente de sus deberes ineludibles, no le planteó la posibilidad de prolongar esa estancia mágica, entendiendo tácitamente que la burbuja, por encantadora que fuera, tarde o temprano debía
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Capítulo 46. Puro Placer.
Un hormigueo delicioso recorrió la piel de Catalina en el preciso instante en que los dientes de Francesco mordisquearon con suavidad la tersura de su hombro, una caricia posesiva que le inundó de calor.Al mismo tiempo, notó cómo las manos cálidas y firmes de él ceñían su esbelta cintura, extendiéndose con una lentitud sensual hasta acariciar su vientre.Aquel contacto dual, la ligera mordida cargada de una promesa implícita y la suave exploración de sus manos, encendió una chispa de anticipación en su interior, intensificando la sinfonía de sensaciones que la envolvían y profundizando la íntima conexión que se tejía entre ellos en ese instante de vulnerabilidad compartida.—En cualquier momento puedes pedirme que pare y te prometo que lo haré sin dudar —murmuró él en su oído, acariciando su piel con su aliento cálido.—No quiero que te detengas, Francesco. Tú eres el hombre que he elegido para este momento trascendental de mi vida —replicó ella con la mirada herméticamente cerrada,
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Capítulo 47. Momento imborrable.
Con una delicadeza exquisita, los dedos de Francesco danzaron sobre los pliegues suaves y húmedos de la intimidad de Catalina, explorando sus contornos con suavidad, lo que aumentaba la anticipación.Al mismo tiempo, su lengua se deslizó con una caricia experta sobre el botón duro e hinchado de su clítoris, lo que provocó que jadease entrecortadamente. Aquel contacto directo y sensual encendió una oleada de calor incandescente que se propagó por todo su cuerpo, tensando cada músculo y acelerando su respiración.La combinación de la caricia digital y el toque húmedo de su lengua la transportó a un umbral de excitación inexplorado, donde el placer comenzaba a tornarse casi insoportable.Con los ojos fuertemente cerrados, Catalina crispó las sábanas entre sus dedos, formando dos puños tensos que evidenciaban la intensidad de las sensaciones que la inundaban.Un temblor la recorrió de pies a cabeza mientras mordía su labio inferior, intentando contener la abrumadora mezcla de dolor y pla
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