En New York, Jhon observaba los mensajes que su hermano mayor le había mandado informándole el paradero de Katherine, y un profundo suspiro de media calma se escapó de sus labios. Mirando a Gabriel y Emma durmiendo plácidamente, Jhon se sintió tranquilo; al amanecer les daría las buenas noticias a sus pequeños sobrinos que descansaban después de tantos días tan angustiantes…a su muy corta edad, ambos habían pasado por mucho.—Veo que los niños ya están durmiendo…ambos son idénticos a tu hermano, es como si repentinamente Henry hubiera vuelto a nacer…tengo que admitir que no esperaba nada de esto, y que me tomó por sorpresa saber que tengo dos nietos, pero no puedo negar que estos dos pequeños son Bennett, tienen el mismo color de ojos de tu padre, de tu hermano y también tuyos…y ese color de cabello tan suave y peculiar…honestamente no sé cómo sentirme al respecto, Katherine hizo un buen trabajo criándolos, pero me parece que después de todos estos escándalos, lo mejor es que tu herma

Sebastián había observado a Amelia Gibson salir tras de Emily; ambas, sin embargo, dejaron a Sebastián sumergido en un mar de dudas. Acercándose al retrato familiar de los Gibson, el heredero Urrutia miró a ese hombre de cabello castaño; aquel debía de ser el hermano menor de Emily y quien ahora sería el heredero de los negocios familiares. Su sonrisa era idéntica a la de Emily; aquel era Eliam Charles, el hijo menor del señor Gibson quien originalmente quería a su hija mayor como la única heredera. De él nunca se hablaba, para Emily era casi como un tema tabú. Había algo extraño en la dinámica familiar de esas dos mujeres. Existían fotografías de Amelia Gibson con sus dos embarazos de Emily y Su hermano…pero la señora Gibson parecía tenerle un odio genuino a su hija mayor, la matriarca siempre había favorecido a su hermano sobre ella, y aquello le resultaba curioso.— Aquí hay gato encerrado. — murmuró Sebastián entre dientes para sí mismo.En Irlanda, Katherine se abrazaba fuertemen

En el departamento de Jhon, todo parecía mucho más movido de lo normal, y varios de sus hombres preparaban varias valijas con la ropa que habían traído del departamento de Katherine. El menor de hermanos Bennett observaba a sus sobrinos en silencio mientras estos jugaban amenamente con Lorena Flores, quien se había ofrecido para ayudar a cuidar de los gemelos que seguían teniendo terrores nocturnos después de lo sufrido a manos de Jackson Williams.—Muy bien, ahora, armemos un rompecabezas chico mientras terminan de empacar todo, pronto van a reunirse con su mamita y todo va a estar muy bien pequeños. — decía Lorena con la paciencia y el amor propios de una madre.Jhon sonrió cuando Gabriel y Emma abrazaron a Lorena; se había decidido que ella viajaría con ellos, y con la nueva niñera que se había contratado para cuidarlos; Eugenia, la nana de los pequeños, también iría con ellos pues había sido dada de alta del hospital, pero ante su fractura de cadera trasladarla no sería sencillo n

Katherine lloro nuevamente, aquellas palabras que deseo escuchar años atrás, le provocaron dolor en vez de tranquilidad. Derramo lágrimas de pesadumbre, de sentimiento. No quería que Henry se fuera, no quería que los dejara a ella y a Gabriel…no quería volver a apartarse de él jamás.—Yo…te perdono Henry…por todo. — dijo Katherine abrazándose a su amado Henry.Aquellas palabras le dolieron a Henry que no se sentía merecedor del perdón de aquella mujer a la que amaba tanto. Sosteniéndola entre sus brazos, no quiso apartarse de Katherine nunca más…sin embargo, tenía que hacerlo.En ese momento Katherine supo que no había otro hombre para ella; tan solo en los brazos de su amado Henry lograba sentirse a salvo y en paz. El infierno que había vivido en las crueles manos de Jackson, la había hecho finalmente entender que su amor hacia Henry era eterno. Muchas veces aquellos que resultan ser los hombres perfectos, resultaban ser los más peligrosos, haciéndose pasar por buenas personas y teni

En aquel castillo, Jackson observaba a la servidumbre correr de un lado a otro en cuanto lo vieron entrar, y el con su paso firme, avanzaba hasta en donde se encontraba su padre decidido a enfrentarlo de una vez por todas.—¿Qué estás haciendo aquí Jackson? La corona no quiere ya involucrarse contigo…será mejor que te vayas ahora mismo. — dijo la tía Beatrice que había sido alertada por los sirvientes.Sin decir una sola palabra, Jackson dio una mirada fría y despojada a su tía, y siguió avanzando hacia los aposentos de su padre aun teniéndola caminando tras él mientras le exigía que se largara. Sin embargo, cuando Beatrice le sostuvo el hombro para detenerlo, Jackson tan solo la abofeteo con tanta fuerza y sin contemplación alguna hacia la anciana mujer, que Beatrice perdió el conocimiento.—Guarda silencio tía, esto no es asunto tuyo…si vuelves a interferir entre mi padre y yo, soy capaz de matarte. — dijo Jackson con voz fría.Anastasia observó aquello desde la puerta de sus aposen