En sus aposentos en la casona Visconti, Katherine jugaba con David, el pequeño gato que sus hijos gemelos habían adoptado en Francia, en las redes sociales e incluso las noticias, habían reventado con los vídeos que se tomaron el día en que Emily Gibson expuso la infidelidad de Jackson, y al parecer todo el tiempo que estuvo secuestrada se había estado especulando y criticando fuertemente tanto a Jackson como a Emily que seguía sin pronunciarse al respecto.Una sonrisa se había dibujado en el rostro de la rubia, pues aquel escándalo en donde ella era retratada como inocente, había escalado tanto que la familia real de Inglaterra parecía querer desligarse Jackson, y la reputación de Emily se marchaba por la borda tal cual ella arruinó la suya tantos años atrás. Emily no era la persona más inteligente que existiera, y acostumbrada a que siempre lograba salirse con la suya, siempre actuaba como si nada pudiera traerle una consecuencia. Mimada en exceso, su caprichosa y eterna rival de am

El viento mecía con suavidad las cortinas de esa habitación especial en dónde a una hermosa y triste novia la estaban preparando. Emily, sin embargo, no sonreía en aquel día. Sus ojos apagados le regresaban la mirada en el espejo; una mirada llena de tristeza y de decepción al sentirse tan solo como nunca antes se había sentido. El cepillo de plata marcaba cada hebra de su hermoso cabello castaño bien cuidado y sedoso, y una brocha de rubor, coloreaba sus tersas mejillas de un rosado suave que marcaba sus pómulos perfectos. Una caja cerrada la esperaba en la cama, los guantes blancos yacían junto el delicado ramo de rosas blancas y azahares blancos. El labial resaltaba su belleza sencilla, y sus enaltecidas y orgullosas cejas se arqueaban con desanimo.Mirándose tan bella como nunca, Emily lo supo; aquel día había llegado, quizás, demasiado pronto. Pronto caminaría del brazo de Sebastián Urrutia ya no como su prometida, si no como su mujer y ella no podía oponerse…o toda la verdad sob

Fuera del viejo castillo de Sussex, el cielo comenzaba a colorearse de rojo; el atardecer poco a poco iba muriendo, y dentro de poco tiempo la penumbra lo cubriría todo alrededor. Jackson Williams miraba a su padre maltrecho sobre la cama a la que le había quebrado el dosel, y con total indiferencia ante la confesión de su padre le dio una mirada vacía.Su madre, la hermosa Ofelia había muerto defendiéndolo, y el apenas y lograba recordarlo, desechando aquel pañuelo que una vez perteneció a ella, Jackson soltó una risa exagerada y vacía que resonó en todo el castillo de viejas paredes.Su madre si lo amó…y su madre había muerto.El viejo señor Williams se secó las lágrimas que aún quedaban atrapadas en sus ojos, mirando fijamente a su hijo, gris y gris se miraron fijamente sin perder detalle del otro. ¿Eran padre e hijo o no lo eran? Al final, nadie podría saberlo.—Dime en donde está la tumba de mi madre. — exigió saber Jackson.— No hay poder humano que me haga decirte lo que me est