“Tu madre solo era una golfa, ella te abandono porque jamás le importaste. A mí siempre me has importado, mi querido hijo, y con tu ayuda invaluable vamos a acabar con esas bestias miserables que tanto dolor han causado a muchas familias, después de esto, ningún niño sufrirá el mismo abandono que tú.”Aquellas palabras dichas por su padre, Jackson las recordaba con dolor; el duque de Sussex había dicho aquello posando su mano sobre el hombro de su único hijo.Con lágrimas amenazando con derramarse de sus ojos, aquel odio que Jackson sentía hacia su progenitora infame, se incrementaba. Él fue un niño triste, solo y abandonado, y no permitiría que Katherine lo abandonara también tal y como su madre y todas las demás lo hicieron.—Tú vas a quedarte a mi lado Katherine, no voy a permitirte cometer el mismo error que cometieron todas ellas, tú serás mía, tan bella y tan perfecta, y permanecerás a mi lado por siempre, ya lo veras... — murmuró Jackson tomando la mano de Katherine que seguía

Henry le había encargado a Jhon el buscar cualquier indicio sobre el paradero de Katherine para ir personalmente a rescatarla. Jhon había dejado a Emma, su dulce y pequeña sobrina, al cuidado de Lorena y de una nana temporal en su hogar, además de apostar hombres fuera y dentro de su departamento pues después de lo ocurrido no podría arriesgarse a que algo más terrible ocurriera; sabiendo bien los antecedentes que tenía ese miserable de Jackson Williams, estaba seguro de que el infeliz intentaría por todos los medios hacerse con sus sobrinos para así poder ejercer un mayor poder sobre Katherine.Golpeando el volante de su automóvil, Jhon se sintió frustrado…no habían logrado localizar a Katherine por ninguna parte y eran ya más de treinta horas desde su desaparición…le resultaba más que obvio que Jackson la había sacado del país, y aunque había enviado a hombres a Londres para buscar y Martha, la hija del gobernador, había llevado a los suyos propios, era hora en que Katherine aun no

Las luces de los reflectores apuntaban directamente al muy elaborado escenario en donde las muchas y hermosas modelos, modelaban lo mejor y más reciente de la moda de los más afamados diseñadores. Emily lucia hermosa, y tal y como era de esperarse, su ego, estaba inflado hasta lo más alto del cielo.Siempre había sido una mujer hermosa, y desde luego, aquello era algo que no había notado hasta hacia muy poco, y ahora que lo sabía lo explotaría al máximo. La belleza era sin duda la mejor arma que tenía una mujer, aquella era su creencia, y bajo ese concepto, ella había decidido obtener absolutamente todo lo que deseaba tener en la vida…incluido a Henry. Su inigualable hermosura, la había hecho pasar por diferentes amantes que siempre estaban enteramente dispuestos a complacerla en cada capricho que tuviese.Repentinamente, un mensaje que entraba en su celular la había interrumpido en medio de sus pensamientos, y mirando la pantalla sonrió. Su nana había logrado ser contratada por el im

Henry había llegado finalmente al hotel en donde se estaría hospedando. Había movilizado ya a muchas de sus influencias para dar con el paradero de Katherine; estaba consciente de que Londres era el territorio de su enemigo, pero con aquel escándalo que Emily Gibson había desatado, estaba seguro de que la casa real no le daría el apoyo a Jackson aun cuando el duquecito lo solicitara.Aquella situación podría antojársele bastante irónica y hasta graciosa si no fuese porque realmente temía por la seguridad y la vida de su exesposa. Indirectamente, Emily le había ayudado a encontrar mucho más fácilmente a su amada Katherine; de no ser por tal escándalo Jackson tendría mucho más poder del que ahora tenía, sin embargo, aun con sus influencias no habría sido una labor sencilla, pues la corona inglesa buscaría la manera de obstaculizarlo.Tomando su celular, Henry realizo un par de llamadas más; necesitaba preparar el terreno para una vez que lograse encontrarla, poder manejar adecuadamente

Henru había decidido tomar la ley en sus manos; sabia perfectamente que la casa real no le daría castigo alguno al sucesor del Duque de Sussex, tan solo por ser parte de la realeza. Ese numero de placas, sin embargo, le daría justamente lo que necesitaba para buscar justicia para Katherine por su cuenta, solo dios sabía la clase de cosas que su exesposa había tenido que soportar, pero le haría pagar al malnacido por cada lagrimas que Katherine hubiese derramado.En el castillo de Sussex, los hombres de Jackson tan solo observaban como su amo y señor destruía parte del antiguo mobiliario del lugar.—¡Maldita perra! — gritaba Jackson casi como un desquiciado. Era evidente que el hombre había perdido el suelo.Nadie decía palabra alguna, ¿Qué podrían decir de todas maneras? La mujer se había desvanecido, no había rastro alguno de ella por ningún lado, pues si había dejado huellas, la lluvia se las había llevado y, por supuesto, el Duque de Sussex había estallado en una ira atroz una vez