Regrésame a mi cachorro, es mío.
Durante el paseo el Alfa consintió a su luna con todo lo que quiso, un helado, vestidos, zapatos, además él le compró unas cuantas joyas, quería que su luna siempre estuviera bien vestida y que tuviera lo mejor. — Angelino, no necesitaba estas joyas tan costosas, no quiero que te quedes en la ruina por mi culpa. — Luna, ¿De verdad crees que comunas cuántas compras me voy a quedar en la calle? Querida, soy el segundo hermano Salvatore, tengo inversiones en todo el mundo de los humanos, soy billonario aquí, y no uno común, si no uno que tiene títulos nobiliarios, soy algo así como... — ¿Un príncipe? — Así es, un poderoso y acaudalado príncipe, y tú eres mi hermosa princesa, el amor de mi vida. — El lobo dejó un suave beso en los labios de Angya. (...) En otra parte de la ciudad, los cachorros ya tenían agotados a sus padres, era hora de volver a la villa. — Papá, estoy cansado, hemos caminado mucho viendo las piezas de ese museo al que nos llevaste, cargame al cachor
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