Cuando Alfonso abrió los ojos esa mañana, el sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, tiñendo la habitación con un tono cálido y dorado.Durante unos segundos, no supo exactamente dónde estaba. Pero luego, la sintió.Anahí estaba en sus brazos, dormida, envuelta en el calor de su cuerpo, con una expresión serena que pocas veces le había visto. Se quedó quieto, observándola como si temiera que despertarla rompiera la magia del momento.Una sonrisa genuina se dibujó en sus labios.Tal vez anoche habían bebido un poco más de la cuenta, quizás no midieron las consecuencias, pero eso no cambiaba la verdad de lo que sentía.La amaba. La había amado incluso en medio de los errores, incluso cuando la vida se volvió una espiral de caos entre ellos. Y ahora, ahí estaba ella, tan cerca, tan suya por un instante que deseó que el tiempo se detuviera.Con cuidado, sin despertarla, la envolvió en una sábana blanca.La cargó en brazos como si fuera de cristal, deseando protegerla del mund
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