C91-UN INFIERNO POR ELLA.El rugido del Lamborghini negro se cortó por el impacto brutal contra uno de los hombres que avanzaban hacia Lucy. El cuerpo del atacante salió despedido contra el pavimento, pero los otros cinco no se inmutaron. Las armas seguían apuntando hacia ella, sus ojos calculando el siguiente movimiento.La puerta del Lamborghini se abrió y Eros bajó con pistola en mano, traje impecable y ojos oscuros como el abismo.—El que le ponga un dedo encima… —siseó— …lo entierro en pedazos.Por otro lado, Lucy estaba paralizada.El zumbido en sus oídos ahogaba todo, incluso la voz de Eros que gritaba su nombre desde la distancia.—¡Lucy! ¡Contesta, maldit4 sea!Con la visión nublada, ella apenas consiguió alzar la cabeza mientras el metal ardiente le abrasaba la piel. Y los sicarios de Ezra cruzaron miradas inquietas; a pesar de su entrenamiento, había algo en la presencia de Eros que les helaba la sangre.—El Señor Ezra quiere a su esposa de vuelta —gruñó el más alto, apreta

C93-ENCUENTRO ENTRE HERMANOS.Después de que todos salieron de la sala, el silencio quedó suspendido como un peso sobre el pecho de Lucy. Las puertas se cerraron tras los hombres de Eros, pero ella no se movió. Lo miró, inmóvil, con las manos temblorosas y el corazón desbordado.—No, no irás —dijo con la voz entrecortada.Sus pasos desesperados resonaron contra el mármol mientras se acercaba a él. Lo sujetó de la camisa y no se molestó en contener las lágrimas.—No vayas, por favor —sollozó—. Dijiste que era Ezra el que llamó... que te citó...¡Sabes lo que él es, sabes lo que puede hacer!El miedo la tenía rota por dentro. Temblaba. No solo por lo que Ezra pudiera hacerle a él… sino porque presentía que ese encuentro no tendría un regreso.—Yo te amo —dijo al fin, con la voz rota, aferrándose a su pecho—. ¿Lo entiendes? Te amo. Ya no quiero venganzas, no quiero sangre, no quiero poder ni justicia. Solo quiero que tú estés bien... Ezra es cruel, despiadado, no tiene límites. ¡Te matará!

C95- VOLVER CON ELLA.Eros lo estrelló una vez más contra la piedra y golpeó su rostro con todas sus fuerzas, una y otra vez. Ezra jadeaba, con la sangre bajándole por el labio y la risa aun vibrando en su pecho. Eros lo tenía atrapado entre las lápidas, los puños calientes por los golpes, el corazón latiéndole con furia y angustia al mismo tiempo. Pero en un giro rápido, Ezra lo empujó con un gruñido, lo tiró al suelo y rodó hasta donde había caído su arma.—¡Te voy a llenar el cuerpo de agujeros, hermano! —se incorporó y apunto —. ¡Dales saludos a nuestros padres!Ezra sonrió, empapado de tierra, sangre y odio, sus dedos apenas la rozaban el gatillo, cuando un estruendo cortó el aire.El disparo de Eros fue limpio y preciso. La bala le atravesó el hombro izquierdo arrancándole un rugido y arma se le cayó de las manos, él se tambaleó hacia atrás, sangrando. Se puso de pie, respirando con fuerza, dio dos pasos hacia su hermano y el segundo disparo fue a la pierna.Ezra gritó, cayendo

C97-ESPERAME DESPIERTA.El almacén olía a metal oxidado y sudor frío.Las cadenas retumbaban con cada sacudida del juez, sus músculos tensos, los tendones a punto de reventar. Otro choque eléctrico lo atravesó, arrancándole un alarido, la piel de su torso estaba en carne viva, marcada por líneas rojas y negras donde la corriente lo había quemado.Los pasos de Stefan resonaron en el silencio.El juez apenas logró levantar la cabeza, tenia la visión borrosa por el dolor, pero reconoció de inmediato la silueta del hombre: camisa azul oscuro, desabotonada lo suficiente para dejar ver una cadena de oro opaco, pantalones negros de corte impecable que caían sobre zapatos italianos.Todo en él exudaba lujo, poder… y una crueldad calculada.—Basta—ordenó Stefan, sin alzar la voz.El hombre que manipulaba los cables retrocedió al instante, como si le hubieran cortado los hilos. Dejando al juez respirando con dificultad, la boca llena de sangre, el pecho subiendo y bajando en espasmos.Stefan se

C99- CINCO PRUEBAS DE EMBARAZO.La boutique era una joya escondida en una de las calles más elegantes de París, con vitrinas amplias y delicadas lámparas colgantes que iluminaban con suavidad cada rincón. Dentro del probador, Camille se encontraba frente al espejo, envuelta en un vestido de novia de corte sencillo, pero de una belleza sutil y encantadora.El encaje abrazaba su figura y el tono marfil realzaba el brillo natural de su piel. Por un instante, no se reconoció. Era ella… pero distinta.Más fuerte. Más viva. Más enamorada.—Le queda precioso, mademoiselle —dijo la vendedora con una sonrisa —. Es como si lo hubieran hecho para ti. Resalta lo mejor de ti sin esfuerzo.Camille sonrió, algo sonrojada y sus dedos se deslizaron por el encaje con una caricia suave.—Gracias… pero me gustaría ver otros modelos también —respondió con amabilidad.La mujer asintió enseguida.—Por supuesto. Iré a buscarlos ahora mismo.Mientras la vendedora se alejaba, Camille volvió a mirarse. Había pa