C101-DESPERTAR DE UN SUEÑO.El salón seguía vibrando con risas y aplausos, pero para Camille el mundo se había vuelto silencio. Solo veía a Stefan, con su traje impecable, y a Malena, radiante en su vestido de seda blanca.Entonces ella la vio, sus ojos se encontraron, y la sonrisa de Malena se transformó en algo frío y calculador.—Oh, pero mira quién está aquí —dijo con voz dulce, demasiado alta—. La cajera.El murmullo de la gente se detuvo y todos los ojos se volvieron hacia Camille y Stefan se quedó petrificado cuando vio entre la multitud. Sus ojos se encontraron, pero el permaneció impenetrable, como tallado en mármol, sin embargo, su mano libre, esa que no sostenía la de Malena, se cerró con fuerza, tanto que los nudillos palidecieron bajo la presión.—Qué patética eres, apareciendo justo hoy —soltó Malena con una sonrisa venenosa, mirándola de arriba abajo con desprecio—. ¿De verdad pensaste que podrías seguir arrastrándote como una zorra desesperada detrás de mi futuro espos

C103-AMOR PROTECTOR.La maleta se arrastraba con dificultad por la grava húmeda, pero Camille, no se detuvo ni una sola vez, se fue sin mirar atrás. Sentía las miradas de los guardaespaldas clavadas en su espalda, pero no les dijo nada.¿Qué podían decirle ellos ahora? ¿"Lo sentimos"? ¿"No sabíamos"?Sabían. Siempre lo supieron. Pero eligieron callar.Al llegar al portón de salida, sus piernas flaquearon, al punto de que se sostuvo del muro de piedra, respirando hondo, buscando calmarse, pero estaba agotada.Por dentro y por fuera.No tenía a dónde ir.Su antiguo departamento había sido rentado en cuanto le dijo a la casera que no lo necesitaría más. Había confiado. Se había entregado de lleno. Stefan le insistió en que no se preocupara por nada, que él se haría cargo de todo.Y lo hizo.A tal punto que ahora ni siquiera tenía dinero para una noche bajo techo, se sintió estúpida.¿Cómo había sido tan ingenua?Miró sus manos. Temblaban de frío y rabia, entonces recordó y se llevó una a

C105-UNA PALABRA SUYA.Las calles de París ya no le parecían románticas ni hermosas. Para Camille, se habían vuelto largas, frías y hostiles. Caminaba por avenidas llenas de vitrinas elegantes, con el abrigo bien cerrado hasta el cuello y una carpeta entre las manos.Sus dedos estaban entumidos, y cada paso parecía pesar el doble. Entró a la tercera tienda del día: una boutique de ropa fina, con maniquíes impecables en el escaparate.—Bonjour —saludó con voz suave—. Me preguntaba si necesitaban ayuda en contabilidad, puedo dejar mi currículum…La mujer detrás del mostrador la miró con desprecio, sus ojos recorriéndola de pies a cabeza como si fuera un insecto molesto y torció los labios antes de responder.—No —escupió las palabras con desdén—. No contratamos a gente como tú. Ni siquiera pierdas tu tiempo dejando el currículum.Le dio la espalda bruscamente, dejándola allí plantada como una tonta.Camille la agradeció con una pequeña inclinación de cabeza, a pesar de la tristeza en su

C107- NO DIRÉ NADA.Stefan sostuvo la caja entre sus manos como si fuese una bomba a punto de estallar. Su pulso se aceleró y tenía una sensación en el pecho que no sabía explicar… era como un presentimiento que le gritaba que algo importante estaba por revelarse.Se sentó en el borde de la cama, soltó el lazo con dedos temblorosos, levantó la tapa y su mundo… se detuvo. Dentro, acomodadas con extremo cuidado, había cinco pruebas de embarazo.Todas positivas.Y debajo de ellas, envuelta en papel de seda, una imagen en blanco y negro: un ultrasonido.Por un instante, no supo cómo respirar. El eco de su corazón se multiplicó dentro del pecho, como si todo en él intentara derrumbarse a la vez.Tomó la foto con las dos manos mientras temblaban y la sostuvo frente a sus ojos como si fuera irreal, como si necesitara verificar una y otra vez que no estaba imaginando lo que veía.Ahí estaba.La silueta pequeña.El inicio de una vida.Su hijo.Su hijo con Camille.El dolor lo atravesó como una

C109- POR MI HIJO.—¡MENTIRA! —chilló Malena, sacudida por los nervios—. ¡Estás mintiendo! ¡Todo esto es por esa maldit4...!—¿Por Camille Dubois? —la interrumpió Stefan, con una media sonrisa—. Sí. La amo. Y no solo eso... está esperando a mi hijo.El mundo de Malena se desmoronó en ese instante, los murmullos se convirtieron en gritos y los flashes se reactivaron.—¿Qué…? —balbuceó, pálida como el velo que arrastraba—. ¿Tú…? ¿Ella…?Stefan dio un paso hacia ella.—Camille es mil veces mejor mujer que tú. Tú eres una serpiente, ambiciosa, sucia y además desleal. —¡Eres un maldito hijo de…!—¡Basta! —gritó el padre de Malena, poniéndose de pie y señalando a Stefan—. ¿Cómo te atreves a humillar a mi hija así? ¡A calumniarla frente a todos!Pero Stefan no se inmutó, sonrió levantando el mentón con una calma tan calculada que hizo temblar a varios.—No es ninguna calumnia. Es la verdad. Pero si aún dudas… escucha esto.Desde un costado, la figura de Leonidas, el hermano menor de Stefan s