Todos os capítulos do El llamado de la bestia: ¿Mi luna es una humana?: Capítulo 41 - Capítulo 46
46 chapters
Capítulo 41. ¿Casualidad?
Kael y Osman están en la oficina alfa, revisando unos papeles para un proyecto futuro. La mente de Kael está en otro sitio, fija en la entrada principal de la manada, atenta a cualquier señal, esperando ansioso el regreso de Aria y Néstor.La puerta se abre de golpe, sin anunciarse.—Kael, ¿puedo hablar contigo? —pregunta Erika, con la voz ansiosa.Kael suspira largamente. Había postergado esta conversación con ella el mayor tiempo posible, pero ya no puede evitarla. Levanta la mirada y asiente, resignado.—Claro.Osman capta de inmediato la situación y recoge los papeles rápidamente.—Yo me retiro —dice, dedicándole a Kael una mirada que le dice "suerte", antes de desaparecer tras la puerta.Kael permanece de pie, con las manos en los bolsillos, fingiendo observar a la manada a través del gran ventanal. En realidad, su cuerpo entero está tenso, expectante. Solo quiere que el maldito auto de Néstor vuelva con Aria.—Kael —la voz de Erika tiembla—, ¿por qué no me dijiste que encontrast
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Capítulo 42. Dos piedras en su zapato
La ciudad titila entre luces y sombras en medio del fresco cortante de la tardecita. Desde lo alto de un lúgubre edificio, Xavier contempla el paisaje a través del ventanal de su bar, con la mandíbula apretada y los ojos entrecerrados.Su rostro, marcado por una cicatriz que parte desde la sien hasta su mandíbula, parece aún más severo bajo la tenue iluminación. Cala su cigarro un par de veces, saboreando el amargo sabor del tabaco antes de exhalar una espesa nube de humo que se arremolina a su alrededor como una neblina densa.El sonido de unos pasos lo saca de su ensimismamiento. Sin girarse, sabe que uno de sus hombres acaba de entrar. Siente la presencia a su lado, a un metro exacto de distancia, esperando la señal para hablar.—Vieron a la monjita en la ciudad —informa el hombre, en voz baja pero firme.Xavier ladea apenas la cabeza; su atención es capturada de inmediato. Sus ojos brillan con interés, afilados como cuchillas.—¿Sola? —pregunta, con una sonrisa ladeada que no prom
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Capítulo 43. Barro, sangre y miedo
El chirrido repentino de las llantas corta el silencio de la carretera. Néstor frena de golpe, con una maniobra tan brusca que el auto derrapa ligeramente hacia el costado antes de estabilizarse junto a la cuneta. El corazón le late con fuerza en el pecho mientras se gira hacia Aria.—¡Aria, háblame! —exclama con urgencia. Se suelta el cinturón y se acerca a ella—. ¿Qué te pasa?Las manos de ella arden. El calor que emana de su piel es antinatural, casi insoportable al tacto. Ni siquiera ellos, que son lobos, tienen esa temperatura. Néstor le toma el rostro con cuidado y lo acerca al suyo. Ella se agita, gime, el cuerpo se le contrae en espasmos de dolor que la hacen sacudirse en el asiento.—Respira… Aria, mírame. Dime qué te duele.Pero ella no responde. Su frente está perlada de sudor. Sus labios, azulados. Sus dedos se aferran con desesperación al apoyabrazos del auto. Néstor abre uno de sus párpados con extrema delicadeza y retrocede, impactado. El ojo que queda a la vista es de
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Capítulo 44. ¡Ayuda!
El motor ruge como una bestia desbocada mientras Néstor pisa el acelerador a fondo. Las líneas amarillas y blancas de la carretera se desdibujan ante sus ojos, y la preocupación le oprime el pecho con más fuerza que el cinturón de seguridad. Llama a Kael por tercera vez, maldice en voz baja cuando vuelve a saltar el buzón de voz. Cuelga bruscamente y vuelve a intentarlo.—Contesta, Kael... contesta, maldita sea —gruñe.Nada. Ni una palabra, ni una señal. Es realmente extraño y confuso para él. Anoche, Kael fue hasta su casa a enfrentarlo como si Aria fuera de su propiedad y no debiera ensuciarse ni romperse. Le exigió que no se separara de ella ni un solo minuto, que la cuidara con su vida y la trajera de vuelta a la manada apenas terminara el paseo.¿Y ahora? Ahora, cuando Aria se está deshaciendo de dolor en el asiento del copiloto, él no da señales de vida.—¡Mierda! —golpea el volante, luego lanza una mirada rápida hacia ella.Su rostro está sin color. Los labios, azulados; los oj
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Capítulo 45. Mancha de infidelidad
La sala de la clínica permanece en silencio absoluto mientras la doctora termina de colocarse los guantes. El ambiente es denso, cargado de una tensión difícil de definir. Aria yace inconsciente sobre la camilla de nuevo, luego de abrir los ojos por un momento, con el pecho agitado, la piel cubierta de sudor y los labios resecos. Néstor no se aparta ni un segundo. Osman está justo a su lado, observando con creciente inquietud.La doctora se acerca y examina nuevamente a Aria con movimientos rápidos y precisos, pero su rostro se va ensombreciendo cada vez más. Frunce el ceño con fuerza, y cuando se aparta un poco, chasquea la lengua con disgusto.—Ayúdame a quitarle esto —pide a Susana, señalando el vestido de Aria.Ella se adelanta para ayudar, pero sus manos tiemblan. La doctora toma unas tijeras quirúrgicas y comienza a cortar la tela desde el escote hasta la cintura. El sonido seco de la tela desgarrándose es lo único que se escucha.Cuando la prenda cae abierta a sus costados, el
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Capítulo 46. Confundir el vínculo
Unas horas antes...La habitación de Erika es un caos. Ropa rasgada, vidrios rotos, almohadas destripadas por las uñas de una loba furiosa, todos sus libros esparcidos en el suelo. La joven camina de un lado a otro, con el rostro rojo de cólera y el cuerpo temblando de impotencia. Cada tanto, lanza un nuevo objeto contra la pared y lo hace trizas. El sonido seco de las losas rompiéndose llena la estancia.—¡Es una maldita perra! ¡Estúpida! —grita, sin contenerse—. ¡Me la va a pagar, lo juro por mi vida que la sacaré del camino de Kael! ¡La mataré, borraré cada segundo de su existencia! ¡Le sacaré esos ojos y me los comeré!Sus amigas, sentadas en los sillones, alertas y preocupadas, no se atreven a intervenir. La conocen bien. Erika enfurecida es un torbellino que solo el tiempo logra calmar.—No podemos hacer más escándalos, amiga —dice al fin una de ellas, la más sensata del grupo—. Ya oíste lo que dijo el alfa. Cualquier daño a la humana será considerado una ofensa grave y tendrá c
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