Solo se vio cómo Sofía extendía una mano y preguntaba:—¿Y el celular?Paco alzó una mano, con el teléfono de Luna bien apretado en su palma:—Aquí está. Sofía, me contaron que ofendiste a la señorita Mariana… Si te arrodillas y le pides perdón, te lo doy.—¡No, Sofía! No lo quiero, vámonos —dijo Luna, intentando llevársela.Pero Sofía no se movió. Dio un paso al frente hacia Paco. Él lo único que sintió fue una fragancia fresca y envolvente que le golpeó directo al rostro, tan intensa que lo mareó por un instante.Pero justo cuando iba a reaccionar, ¡pum!Sofía levantó la pierna y le dio una patada directa en la entrepierna.—¡Aaah! —gritó Paco, retorciéndose del dolor en el suelo, el celular resbalando de su mano.Sofía lo atrapó con toda calma, le echó una mirada fría a Paco que yacía en el piso, y se lo devolvió a Luna.—Hasta donde sé, tu familia ni siquiera cotiza en la bolsa, ¿no? ¿Cómo es que te metiste a este círculo? Recuerdo que cuando mi papá vivía, ni siquiera te dejaban p
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