Al ver que Sofía no solo no se resistía, sino que incluso parecía cooperar, el tipo no lo pensó más y se inclinó hacia ella, listo para abalanzarse.Pero Sofía frunció los labios con desagrado.—Ay… ¿por qué tan brusco? Me da pena que me vean… Mejor vamos atrás, ¿no? Para jugar más rico…Sus ojos brillaban con un fulgor suave y enredador. Los tres ya estaban completamente hechizados, perdidos en su propio deseo como perros en celo. No sospechaban nada.—Sí, sí, vamos atrás —dijo el más impaciente, respirando agitado.—Pero para eso… ¿no deberías soltarme los pies? Así no podré moverme bien —dijo ella con un tono medio quejumbroso, como si estuviera a punto de rogar.Vio que los otros vacilaban, así que añadió con tono coqueto:—Ay, todavía tengo las manos atadas, ¿a poco creen que puedo huir? Además, son tres hombres contra una mujer. Aunque quisiera correr, no llegaría ni a la esquina…Ante esa lógica, uno de ellos se agachó y le desató la cuerda del tobillo sin pensarlo mucho.En cua
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