La voz de Luna no fue ni fuerte ni baja, pero cayó justo en los oídos de Alejandro.El rostro de Alejandro se ensombreció de inmediato.De pronto recordó que, cuando Sofía solía seguirlo a todos lados, él le había dicho exactamente lo mismo.Luna, al notar su presencia, le soltó sin rodeos:—Señor Rivera, nuestra Sofi viene a estudiar, ¿cuál es el motivo de sus visitas constantes a la escuela? ¿Quiere hacer de tutor o qué?Sofía también lo miró con el ceño fruncido, visiblemente molesta:—Señor Rivera, que me siga así por todos lados… ¿no le parece que se está pasando? ¿Acaso no tiene nada más que hacer? Siempre viniendo a buscarme, ¿no se da cuenta de que incomoda a los demás?Al oír esas frases tan familiares, el rostro de Alejandro se volvió aún más oscuro.Sofía recordaba con claridad.En el pasado, cuando ella le llevaba almuerzo a Alejandro, él la dejaba atrás sin mirarla siquiera. Ella, con dificultad, seguía sus pasos en tacones, sólo para escuchar su desprecio:—Sofía, ¿no te
Leer más