62. NO ESTOY SOLO EN ESTO
Gerónimo apenas podía procesar lo que estaba oyendo. Los temores, las dudas, las noches de búsqueda desesperada, todo parecía disiparse en ese instante, reemplazado por una verdad que ambos compartían sin reservas.—¡Oh, Cielo, mi Cielo! Tú no sabes cuánto necesitaba escuchar eso —exclamó Gerónimo, envolviéndola en un abrazo más profundo, como si quisiera alcanzar lo más hondo de su ser—. Yo también, todo este año, te he soñado, añorado y deseado. Por eso, cuando te vi ayer cruzar así, tan hermosa, frente a mi auto, me volví loco. Acababa de registrar oficialmente nuestro matrimonio aquí en Italia, para asegurarme de que nadie pudiera obligarme a casarme con otra persona.Cristal lo miró a los ojos, sorprendida y conmovida por aquella confesión que no esperaba, pero que la llenaba de felicidad.&mdas
Leer más