Carlos, bajó completamente la cabeza. La culpa y el miedo lo envolvían, dejándolo sin espacio ni voluntad para intentar contestar. Su voz, rota por completo, apenas fue audible.
—Perdóname, hermano. Yo… de verdad pensé que estaba haciendo lo correcto para ella. Pensé que la estaba protegiendo. Nunca imaginé... —Las palabras quedaron suspendidas en el aire, incapaces de apagar el fuego que había encendido.Fabrizio cerró los ojos unos instantes, intentando contener esa furia que lo consumía. Pero su resolución no flaqueó ni por un segundo, resopló alejándose de su hermano menor para no matarlo allí mismo. Se sentó detrás de su buró en lo que hablaba fríamente:—Yo nunca estuve de acuerdo, pero no era el jefe de la familia en esa época y te las arreglaste para convencer a papá. Pero te lo juro, s&iacu