El salón estaba en silencio, apenas alterado por el tic-tac del reloj de pared. La jueza aún no había llegado, pero los presentes sabían que ese día algo cambiaría. Alejandra se sentó junto a Damián, sus dedos entrelazados sobre las rodillas. Elsa permanecía firme, detrás de ellos, acompañada por Anahir y Silvia, que había querido estar presente; su salud había mejorado, su presión se estabilizó y por ahora su embarazo iba muy bien. El día había llegado. El juicio no solo era legal. Era moral. Era el cierre de un ciclo de abuso, de miedo, de manipulación, y esta vez, la verdad tenía todas las pruebas. El salón estaba en silencio. La audiencia aún no había comenzado, pero la tensión se respiraba en cada rincón del recinto. Los bancos estaban ocupados por rostros conocidos: Anahir sentada junto a Nicolás, tomando su mano con fuerza; Fabián al lado de Silvia, atento y protector; Elsa con los ojos enrojecidos, apoyada en Alejandra, que había decidido no soltarla en ningún momento. D
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