Susana no lo negó y asintió:—¡Sí!Se acercó y presionó el botón del elevador, pero inmediatamente Lucas la empujó contra la pared. Los azulejos lisos le dolían en la espalda:—Lucas, ¿qué te pasa?—¿No debería alterarme?—Todo estaba bien, Susana... ¿qué tipo de hombre buscas?—¿No te satisfago o no acompaño a Jazmín? Ahora ni siquiera voy a reuniones sociales, ando todo el día detrás de ti, ¿y todavía buscas otros hombres?...Susana levantó la cabeza, forzada contra los azulejos.Se rio:—Lo que dices suena muy razonable, pero Lucas, no soy tu esposa. Buscar un hombre, buscar estabilidad para el resto de mi vida, ¿no es normal?Lucas estaba furioso, con voz áspera:—¿Te falta dinero? ¿Te vas a morir sin un hombre?Susana:—¡Mis asuntos no te importan! Y de ahora en adelante, si quieres ver a Jazmín, mejor llama antes.Lucas:—¿Para que tu amante no se moleste? Por más que se moleste, Jazmín sigue siendo mi hija.Susana lo miró fijamente, con lágrimas en los ojos.Al rato se abrió la
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