Aitana no veía con buenos ojos al señor Mesa.
La señora Mesa había muerto hace seis meses y Álvaro ya se quería volver a casar, además tenía un hijo de más de 10 años. Las segundas nupcias siempre traen problemas. Susana no debería abandonar su carrera profesional.
Aitana lo pensó y desde una perspectiva personal le aconsejó:
—Susana, por Jazmín, piénsalo de nuevo. Aquí en el Grupo Innovar ya llegaste al tope, pero en un par de años puedo darte el uno por ciento de las acciones. Aunque no se compara con los miles de millones de dólares de Álvaro, hay algo que me parece muy cierto: lo que tienes en tus propias manos es lo único real.
Susana se emocionó mucho.
Sabía que con su posición actual no podría recibir ese tipo de trato, era el cariño personal de la señorita Balmaceda. Con voz quebrada aún así lo rechazó:
—¡Gracias, señorita Balmaceda! Sé que siempre me ha tratado bien, pero lo siento.
Susana se levantó y le hizo una reverencia a Aitana.
Aún recordaba que hace muchos años, cuando