El hombre se quedó sentado en el sofá sin hablar. Después de un momento, preguntó muy tiernamente:
—¿Cómo te diste cuenta?
Aitana lo miró fijamente, con los labios temblando ligeramente:
—Porque un Damián sin memoria definitivamente no se haría una vasectomía, no entendería el dolor del parto.
Cuando ella dio a luz a Mateo y Elia, tuvo complicaciones y una hemorragia. Después, el accidente en la autopista. Más tarde, él se enfermó y ella lo trajo de vuelta de Rivera Azul.
¡Habían pasado por tanto juntos!
Ahora parecía otra vida.
Aitana no dijo más, tampoco mencionó el pasado. Solo dejó los papeles, abrazó suavemente al hombre frente a ella y acarició su brazo derecho. Ya no era el Damián de antes, seguía teniendo limitaciones, pero parecía más cercano a ser un buen padre y esposo.
Esta noche parecía ser realmente la noche del reencuentro.
—Aitana, no llores más.
La mano derecha de Damián, áspera como estaba, le limpió las lágrimas. Él tampoco habló, como si al hablar fuera a espantar l