A las diez de la noche, el auto negro se detuvo frente a la tienda de Hernán.
Cuando se detuvo el auto, el chofer bajó para abrirle la puerta trasera a sus jefes, y Milena también bajó del otro lado.
Aitana bajó del auto y estaba a punto de entrar a la tienda de Hernán cuando con el rabillo del ojo vio a alguien conocido.
Era el señor Mesa de la cena.
Su auto estaba estacionado enfrente, en el asiento del copiloto había una mujer de rostro hermoso. Se veían íntimos pero no tanto, como si estuvieran hablando de algo.
Aitana vio la cara de la mujer.
Esa mujer era...
La puerta de vidrio de la tienda de Hernán se abrió y Fiona, la hija de Hernán, salió a atenderlos:
—Señorita Balmaceda, mi papá la está esperando adentro.
Normalmente a esta hora ya habrían cerrado, pero Aitana quería hacer seis trajes de una vez, era un negocio de cien mil dólares.
Que Hernán trabajara horas extra no era gran cosa.
Entraron todos y Fiona les sirvió jugo recién exprimido. El lugar de 80 metros cuadrados inme