Se abrió la puerta del auto. La noche de principios de verano tenía aroma a hinojo.
El elevador exclusivo de la presidencia subió directo al piso 28, departamento de desarrollo de productos.
Sonó el ding y se abrió la puerta del elevador.
Los tacones de Aitana hacían un sonido nítido en la noche, mantenía la espalda muy recta, como si nunca se cansara...
El hombre detrás de ella la miraba profundamente.
Aitana usó su tarjeta especial para abrir el almacén del departamento de desarrollo, que estaba completamente oscuro.
Levantó la mano y encendió la luz.
La luz era brillante y un poco enceguecedora. Aitana cerró suavemente los ojos por dos segundos y luego caminó hacia algo cubierto con una tela negra.
Volteó a ver a Damián y extendió la mano para descubrirlo.
Adentro había un robot del tamaño exacto de Damián, el cuerpo y el cabello, idénticos.
Aitana extendió sus dedos blancos y delgados para acariciar la cara del robot, con un profundo cariño, y su voz se volvió ronca e inestable:
—E