La mañana era tranquila, con el sol bañando la casa en una luz dorada. Aurora estaba en la cocina, intentando preparar café mientras Max, siempre a su lado, la observaba con curiosidad. Aunque había comenzado a sentirse más cómoda en la casa, todavía había momentos en los que la realidad de su situación la golpeaba con fuerza. Pero ese día, algo diferente estaba a punto de suceder.Alexander estaba en el despacho, revisando informes junto a Mateo, quien estaba explicando los últimos avances en el rastreo de las comunicaciones de los hombres de Ricardo. La conversación era técnica y tensa, pero ambos estaban completamente concentrados.De repente, el sonido de un auto estacionándose frente a la casa rompió la calma. Aurora levantó la vista, intrigada, mientras Max ladraba suavemente, como si también percibiera algo inusual. Alexander salió del despacho, frunciendo el ceño.—¿Esperamos a alguien? —preguntó Aurora, dejando la taza de café sobre la mesa.Alexander negó con la cabeza, avan
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