El hospital parecía suspendido en un estado de inquietud perpetua. Afuera, la ciudad seguía con su ritmo incesante, pero dentro, el mundo de Aurora y Alexander estaba al borde de un precipicio. La última advertencia de Halcón 2 había lanzado a todos a un frenesí: Ricardo no se quedaría de brazos cruzados, ni siquiera detenido. Tenía aliados, recursos y, más peligroso aún, un plan.Alexander caminaba de un lado a otro de la habitación, su mente trabajando en todas las posibilidades. Sus pasos firmes resonaban en el espacio, pero su mirada iba más allá, perdida en las sombras de su preocupación. Aurora lo observaba desde la cama, sintiéndose atrapada entre su propia impotencia y el peso de las emociones que no lograba descifrar. Había algo en la tensión de Alexander que la afectaba, un eco de la vulnerabilidad que él mismo trataba de ocultar.—No puedes quedarte aquí toda la noche, Alex —dijo Aurora, rompiendo el silencio que comenzaba a volverse insoportable.Alexander se detuvo, gir
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