Todos, a duras penas, lograron ponerse en pie, luchando contra la furia del viento que aún aullaba a su alrededor. Ante sus ojos, el cuerpo de Dorian yacía destrozado, su cabeza separada, lanzada varios metros más allá como un macabro trofeo. El tirano de la manada Shadowfang había caído.Lina, frágil y luminosa, había sido su perdición.Ahora yacía en el suelo, inmóvil, como si la vida la hubiera abandonado solo para entregársela al ser que amaba: Kael.Ese amor, tan puro y desesperado, había despertado en ella un poder que nadie habría imaginado.Y sin embargo, cuando la verdad salió a la luz —cuando supieron que era hija de Elián Winters—, ya no resultó tan difícil de aceptar.Un grito desgarrador rompió el silencio: Kael. Fue el primero en llegar hasta ella, arrodillándose bruscamente y tomándola entre sus brazos con una desesperación feroz.—Lina... Lina, por favor... —susurraba contra su cabello, temblando, buscándola.Pero ella no respondía. Su cuerpo estaba frío, su pulso ape
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