Brooks se quedó sorprendido, y de inmediato se puso serio:—Sí, ya sé, voy a investigar ahora mismo.María levantó la mirada y le lanzó una advertencia:—No le vayas a contar nada a mi hermano todavía.Brooks bajó la cabeza:—Entendido.—Anda, muévete rápido y tráeme resultados —le pidió María.Brooks, todavía preocupado, dijo: —Aquí no hay nadie que te cuide, voy a llamar a...—No hace falta, no estoy tan mal. Si me siento mal, yo misma llamo a una enfermera —lo interrumpió María.—Bueno —dijo Brooks, y salió de la habitación. Pero, aunque María le pidió que no dijera nada, no tardó en llamar a Sebastián.Sebastián estaba tirado en el sofá, solo con una camisa blanca, el cuello abierto, mostrando el cuello largo, las clavículas y su pecho marcado.Llevaba las mangas arremangadas, con sus brazos fuertes a la vista.Luciana, inclinada hacia él, le agarraba la mano, poniendo con cuidado la medicina en la herida de la palma. Todavía se veía fea, y preocupaba.¿Cómo se le ocurrió hacer una
Ler mais