La puerta se abrió y, al ver a Luciana y Sebastián, Daniela los miró de arriba abajo.
—¿Y ustedes por qué vienen juntos? —preguntó.
Luciana, sin saber cómo explicarse delante de Sebastián, se quedó callada un momento. Justo en ese instante, el profesor Manolo preguntó:
—¿Quién anda ahí?
—El profesor Manolo —respondió Luciana, esquivando a Daniela para entrar.
Cuando llegaron, Luciana y Sebastián habían parado antes en una tienda y llevaron Tacos de Birria.
—¿Todavía están vivos los peces? —preguntó, sonriendo y dejando la comida en la mesa.
Al verlos entrar, los ojos cansados del profesor Manolo se iluminaron al instante.
Sonrió y dijo:
—Siguen vivos.
Daniela se cruzó de brazos y se paró a un lado, mirando a Luciana y Sebastián de arriba abajo.
Con su experiencia, le quedaba clarísimo que entre esos dos pasaba algo.
Solo con ver lo incómoda que estaba Luciana, lo sabía.
Después de tantos años de conocerla, entendía perfecto cómo era.
En la forma en que Luciana desvió la mirada se notab