Mariana, en ese momento, pensó en las fotos que había visto en las redes sociales de Jacob y Vanessa, quienes anunciaban su boda, que se llevaría a cabo en dos días. Por un instante, quiso decirle que sí, solo para desquitarse de su ex.Sin embargo, lo pensó mejor y se dijo que no se casaría solo por molestar a Jacob. Además, antes de darle una respuesta a Felipe, debía saber algo primero. Lo miró y le preguntó:—¿Por qué te quieres casar conmigo?Felipe le respondió:—Porque, desde que te vi, no he podido sacarte de mis pensamientos. Cada vez que te veo, mi corazón se acelera más de lo normal. Y cuando estoy lejos de ti, solo quiero tenerte cerca, para adorarte y mimarte todo lo que me permitas.Luego, con una sinceridad que lo desbordaba, añadió:—Nunca antes me había pasado esto que siento por ti.Mariana le dio una media sonrisa, mientras decía:—Y yo pensando que me habías pedido matrimonio porque tu hijo quiere que sea su madre... o porque tus padres te lo hayan pedido.Felipe l

—No se los diré por el momento —respondió Mariana. Cinthia logró decir, pero Mariana, sorprendida.Sin embargo, Mariana miró a sus dos amigas y les advirtió:—Y ustedes tampoco van a decir nada por ahora. Ya después, cuando haya pasado el tiempo en que debo estar como sirvienta en la casa de Felipe, se los contaré.Además —añadió con una sonrisa—, mis hermanos no me dirán nada a mí. Pues ya están acostumbrados a mis locuras.Luego soltó una carcajada y dijo:—Felipe es el que debería estar preocupado por esto.Verónica y Cinthia la miraron y dijeron al unísono:—Eres malvada.Mariana, con una sonrisita de inocencia, respondió:—Si él me quiere de verdad, tendrá que convencerlos y demostrarles que me amará y me protegerá de todo mal y peligro por el resto de mi vida. Y, además, dejarles claro que nuestro matrimonio no es ninguna locura.Al día siguiente, Felipe y Mariana registraron su matrimonio por lo civil. Mariana llevaba un hermoso vestido de novia, corte princesa, de tul corto, c

Felipe le sirvió otro trago y, sin decir una palabra, volvió a sentarse frente a su amigo, esperando pacientemente a que se decidiera a hablar. Ya había pasado un buen rato desde que se alejaron de las chicas y se encerraron en el estudio, aguardando en silencio, pero Santiago nada que se decidía a decirle algo.Unos minutos después, lo escuchó decir que Sofía había vuelto.En ese instante, el silencio fue tan profundo que pudo oír su propio corazón acelerarse, rompiendo la calma que reinaba en el estudio. Felipe lo miró fijamente y dijo:—Dilo nuevamente..., ya que creo que escuché mal, lo que acabas de decir.Santiago le respondió con firmeza:—No has escuchado mal. Sofía ha vuelto… y mi padre quiere que regrese para averiguar por qué ha vuelto después de lo que nos hizo.Felipe no sabía qué decir en ese instante. Pues en el pasado la había esperado durante mucho tiempo. Incluso llegó a pensar que, si volvía y le pedía perdón, él la perdonaría por el bien de su hijo. Pero ahora… no s

Luego, comenzó a bajarle la minitanga con los dientes, pero se dio cuenta de que la ansiedad no le permitiría completar el trabajo con paciencia, así que la rompió a mitad de camino, dejándole puestas solo las medias del liguero. En ese momento, se incorporó sobre la cama para admirar a su mujer desnuda, únicamente con las medias puestas. Él gimió tan fuerte como un león, y supuso que esta vez no aguantaría mucho.Felipe apenas logró desabrocharse el pantalón y liberar su gran erección, que parecía a punto de estallar dentro de la tela. Luego la penetró con tanta fuerza que, por un instante, Mariana sintió mucho dolor. Él lo notó de inmediato, y con una mano comenzó a estimular su clítoris para ayudarla a relajarse y permitirle entrar por completo.Cuando ella finalmente se abrió a él, se quedó quieto unos segundos, acariciándole su clítoris suavemente, mientras contenía el impulso de correrse. Pensó entonces que, con esta mujer, siempre sería como la primera vez.Cuando él entró por

Mariana, al ver a Felipe en ese estado, intentó ayudarlo, ya que a ella tampoco le había gustado lo que Sofía había dicho. Entonces respondió con un tono cortante:—¡Oh, ya veo! Tú eres la mala madre que se fue con su amante, dejando solos a su propio hijo… y a su prometido.Luego se corrigió, con una sonrisa irónica:—¡Oh, digo… ex prometido! —recalcando esa palabra más que las otras—. Y todo por irse con otro hombre sin decir nada.En la mesa se hizo un silencio sepulcral por un buen rato.Sofía, que justo en ese instante se estaba tomando un trago de agua, comenzó a ahogarse y a toser con fuerza, tanto que Santiago tuvo que darle palmaditas en la espalda para que se calmara.Cuando por fin logró recuperarse, miró a Mariana con tanto rencor que, como dice el dicho, si las miradas mataran… la pobre Mariana ya estaría muerta.Después de lanzar aquella mirada fulminante, Sofía dirigió sus ojos a Felipe, y todavía no podía creer que él le hubiera contado todo a esa mujer. Entonces le di