Capítulo 57. Su gran noche de boda
Luego, comenzó a bajarle la minitanga con los dientes, pero se dio cuenta de que la ansiedad no le permitiría completar el trabajo con paciencia, así que la rompió a mitad de camino, dejándole puestas solo las medias del liguero. En ese momento, se incorporó sobre la cama para admirar a su mujer desnuda, únicamente con las medias puestas. Él gimió tan fuerte como un león, y supuso que esta vez no aguantaría mucho.
Felipe apenas logró desabrocharse el pantalón y liberar su gran erección, que parecía a punto de estallar dentro de la tela. Luego la penetró con tanta fuerza que, por un instante, Mariana sintió mucho dolor. Él lo notó de inmediato, y con una mano comenzó a estimular su clítoris para ayudarla a relajarse y permitirle entrar por completo.
Cuando ella finalmente se abrió a él, se quedó quieto unos segundos, acariciándole su clítoris suavemente, mientras contenía el impulso de correrse. Pensó entonces que, con esta mujer, siempre sería como la primera vez.
Cuando él entró por