Marcelo Crown caminaba a la par de Aarón y Leonardo, mientras muchas querían conseguir al menos una mirada de esa triada de hombres con físicos tan espectaculares que con solo caminar a su lado las dejaban pensando en cómo captar su interés. Joseph y Adrián no tenían ni el más mínimo interés en disimular que era entretenido hacer rabiar a su hermano mayor con burlas sobre el sujeto perteneciente a la política que estaba fascinado con ver a Sara desde una de las mesas. Leonardo solo sabía que ese tipo iba a morir muy pronto si no dejaba de ver a su caramelo con tanto entusiasmo. Johan simplemente caminó con Asher a la par, quien no se esforzó en esconder que se había olvidado del evento. Pues se colocó un saco encima de la remera oscura y con esa imagen despreocupada ingresó al edificio. —Llegué, eso es lo que hay que destacar—, dijo el motociclista arrastrando su sonrisa mientras seguía el paso de su hermano mayor. —Los sujetos de la cuarta mesa a la derecha nos observan mucho

Harper bajó del escenario como si todo hubiera sido un juego bien ensayado. Y no algo que la hizo apretar el paso para buscar a Isla, quién ya estaba yendo con ella. Entre las meseras, una mujer con una peluca rubia y lentes de contacto, Zorina se mantuvo en la oscuridad, evitando cualquier contacto con las luces, pues su disfraz podía fallar y haber entrado por un conducto desde un camión que llegó por la basura hacía minutos no le iba a impedir ser llenada con plomo. —Tantos millones, solo por mantenerla en su jaula —murmuró, girándose cuando el capitán de meseros apareció para asegurarse de que no cometieran errores. —No. —Valente miró con desagrado al hombre que sacaba un cigarillo mientras traabajaba—. La pagó… para que nadie más la toque. Los enamorados suelen ser muy obsesivos. La llamada entrante lo distrajo, pues al reconocer el número del intermediario ruso supo que este esperaba su paga. Y ante datos tan precisos, no iba a negarlo. Dentro del edificio, Harper c