Me quedé atónita y respondí, desconcertada:—¿Pues qué va a ser? ¡Comida!Mateo se rio con sarcasmo, con una expresión extraña.—¿Está rica? —preguntó.—Claro que sí, está buenísima —dije con firmeza.Era obvio que, aunque no lo estuviera, yo tenía que decir que sí; después de todo, la preparé yo misma.Mateo me miraba sin hablar, con una sonrisa llena de burla, como diciendo: “¿Eso se puede comer?”.Para que me creyera, tomé otro bocado delante de él y bebí un gran sorbo de sopa.—En serio, está deliciosa. Si no me crees, prueba.Él sonrió con misterio:—Si está tan buena, come más. Mira, también puedes acabar esta comida. No los desperdicies.Empujó hacia mí los que estaban frente a él.Me molesté:—¿De verdad no vas a comer?Mateo se recostó en la silla, con una sonrisa sarcástica.—No pienso comer.Suspiré con fastidio:—Pues peor para ti, ¡te lo pierdes!Seguí comiendo, algo molesta.La verdad era que todavía estaba enojado conmigo. Si no, habría probado aunque fuera un bocado.Y
Leer más