Capítulo 911
Me miró y en sus ojos había un destello peligroso.

Yo le sonreí con dulzura:

—Seguro no comiste, ¿verdad? Te preparé la cena con mis propias manos, vamos a comer juntos.

Mateo seguía muy serio, sin relajarse en lo más mínimo.

Me apartó la mano de sus labios y me respondió con sequedad:

—Deja de cambiar de tema. ¿A qué viene hablar de cenar ahora? Primero aclara las cosas, ¿y luego piensas en comer?

Miré hacia afuera y le contesté:

—Ya es de tarde, no probé nada en todo el día, estoy muerta de hambre. Sin fuerzas, ¿cómo quieres que hable contigo?

Él dijo con ironía:

—¿No pasaste todo el día con Javier? ¿Acaso no comieron juntos?

—¡Ay, por favor! Te dije que fue un encuentro casual, ¿no entiendes esa palabra?

—Aurora, tú…

—Además, ni siquiera quería comer con él. Solo quiero comer contigo, en casa.

Se quedó callado de golpe, con su mirada profunda, fija en mí.

No le presté atención y llevé los platos a la mesa del comedor.

Él suspiró con fastidio:

—No creas que con esto me vas a engatusa
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