Puse las manos en la cintura, totalmente frustrada, y lo miré de frente:—A ver, dime, ¿qué tengo que hacer para que me creas que sí estoy embarazada de tu bebé?Mateo terminó de ponerle la “nariz” y los “ojos” a los muñecos de nieve grandes.Luego arrancó unas ramitas secas de un árbol y se las puso a los costados para que parecieran brazos.Miró los muñecos y, con voz tranquila, dijo:—Cuando te enteraste de que no podrías tener hijos, me sentí completamente destrozado. Pensé en morirme. En ese momento, yo creía que me odiabas tanto que, con tal de tenerme lejos y no tener nada que ver conmigo, eras capaz de tomar pastillas y dañar tu propio cuerpo. Te guardaba mucho rencor, no por no poder tener un hijo contigo, sino por lo que me hacías. Y además, sentía mucho miedo y desesperación. Porque si no podíamos tener un hijo, no tenía cómo amarrarte a mí. Pero ahora todo cambió. Volviste conmigo, y en serio, ya no me importa si tenemos un bebé o no.Así es... las personas no deberían ment
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